RESEÑA SOBRE RELATO DE H. P. LOVECRAFT: EL COLOR QUE CAYÓ DEL CIELO. (1927)
Por María Larralde. (2017)
Son muchos los relatos de H.P. Lovecraft ubicados en la ciudad de Arkham o relacionados con ella. Este podría ser uno más, sin embargo, me tomé tiempo para leerlo y releerlo por la siguiente razón: el autor indica en su autobiografía que este es uno de los dos relatos propios que considera favoritos.
“De mis producciones, mis favoritos son «The Colour Out of Space» [El color que cayó del cielo] y «The Music of Erich Zann» [La música de Erich Zann], en el orden citado”. Algunas notas sobre algo que no existe. 23 Noviembre de 1923
Y como siempre el relato se inicia de la mejor manera posible, ubicando emocionalmente el lugar de los ¿hechos?. Las descripciones del emplazamiento comienzan por los bosques que circundan la ciudad, en los que jamás resonó el sonido de un hacha, donde los arroyuelos jamás reflejaron la luz del sol, donde las casas de labor rumian eternamente los misterios de Nueva Inglaterra… Como digo, Lovecraft no está describiendo un lugar, está describiendo el estado emocional de aquella zona, una actitud que muestra ese lugar hacia el mundo, donde nadie puede quedarse a vivir porque no es lugar donde poder “imaginar nada bueno”. Y aquí me detengo un momento: esto es lo que Lovecraft creó como su forma permanente de estilo narrativo, es decir, considera a los lugares como seres vivos, “entes” que muestran sus emociones, con deseo de ser o no poblados, con actitudes propias de un temperamento o personalidad idiosincrático de la localidad, son los lugares los que producen que sus pobladores sean lo que son y no al contrario. Los hechos que se suceden en los lugares son incontrolables por los hombres, son fuerzas naturales mayoritariamente desconocidas, que nadie puede dominar, que son imprevisibles y sobre todo incomprensibles por la razón humana.
Este relato, además, está muy influenciado por la época que le tocó vivir. El descubrimiento de la radiactividad.
“La radiactividad fue descubierta por el científico francés Antoine Henri Becquerel en 1896 de forma casi ocasional al realizar investigaciones sobre la fluorescencia del sulfato doble de uranio y potasio. Descubrió que el uranio emitía espontáneamente una radiación misteriosa.” www.foronuclear. org
Y es que, pareciera que Lovecraft intuyó, o se adelantó, a los efectos catastróficos que una explosión nuclear podría producir en un lugar, en sus animales y plantas, en los hombres…pero además, incorporó toda una imaginería de lo raro, lo absurdo, lo grotesco y aberrante, lo incomprensible. No solo hay destrucción, también hay algo vivo, algo nuevo, una forma nueva de vida que consume la vida conocida por nosotros, que se alimenta de ella.
Para mi, es el autor que, mediante la literatura fantástica, más empequeñece la figura del hombre como ser privilegiado, es una vuelta del revés del antropocentrismo de la literatura. Y este relato vuelve a mostrarlo de manera magistral. El hombre no es nada.
Así nos adentramos en ese mundo casi onírico, relatado como en muchos otros relatos, por un narrador que NO vive en primera persona los ¿hechos? sino que recibe él mismo la narración a través de un morador, Ammi Pierce, que sí lo vivió o sobrevivió.
Me detengo en el narrador: un hombre que debe realizar un trabajo anodino de mediciones e inspección del terreno, en esa zona de Arkham, donde se va a construir un embalse que anegará todo el valle. Y así, circunstancialmente, se encuentra con el “marchito erial” y su historia contada por el viejo lugareño. Él nada pinta, el lugareño nada pinta, solo son relevantes como transmisores del relato.
“Los extraños días” es la forma en la que los lugareños circunscriben temporalmente los horrores vividos en el “marchito erial” por una familia de labradores. Una familia próspera, un lugar próspero que se tornó en un lugar maldito cuando “aquello” cayó del cielo. Las gentes de Arkham, desconfiadas, hurañas, solitarias desde aquel entonces no quieren hablar de ello o no pueden, porque en realidad nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurrió, nadie menos el viejo Ammi Pierce, que solitario sigue viviendo en su destartalada granja. Y aquí surge una pregunta: ¿por qué el narrador necesita saber qué fue lo que pasó? Si ese valle va ser completamente inundado por las aguas de una alberca, ¿por qué necesita conocer? Muy sencillo: porque aquel lugar le ha impresionado tanto que sabe que algo extraordinario pasó, algo que se escapa a la comprensión de los hombres, algo que le impedirá dormir tranquilo el resto de su vida. El ingeniero se toma la molestia de visitar a Ammi, que ni está loco ni es tan huraño como le han contado, sino que tiene una fantástica lucidez para relatar lo acontecido en “los extraños días”. Es el único testigo vivo. Porque, muy al contrario de lo que en un principio parece, aquellos hechos ocurrieron hace muy poco tiempo, unos cuarenta años atrás, y sin embargo daba la sensación de que eran verdaderas leyendas antiguas acaecidas en el albor de los tiempos.
La naturaleza es hostil, el cielo estrellado es terrorífico, los bosques albergan secretos y silencios desconcertantes, y el regreso a Boston es el regreso de la locura a la razón. Así es la cosmovisión de la naturaleza en Lovecraft. El hombre se esconde de lo desconocido en las ciudades, en la civilización.
La historia de Ammi comienza con la caída del meteorito en las tierras de Nahum Gardner. Un meteorito peculiar porque es blando, y porque se va reduciendo con el tiempo hasta desaparecer. Además contenía un glóbulo en su interior que estalló al ser golpeado sin apreciarse nada en su interior. Esa esfera era de un color indeterminado, como el meteorito, desconocido en la escala cromática humana, y además fluorescente. Todo el lugar va quedando impregnado de ese color, el pozo de la casa parece haber quedado infectado con esa sustancia y el color extraño y fluorescente lo va infiltrando todo.
Algunas de las escenas más terroríficas fueron vividas por Ammi en primera persona. Este granjero, amigo de Nahum Gardner, se vio en la obligación de visitar el lugar donde había caído el meteorito, ya fuera por preocupación por su vecino, ya porque los científicos venidos de la ciudad requerían de su ayuda para orientarse en aquel paraje. Y Ammi relata al extranjero cómo sucedió todo. Cómo aquella familia de granjeros fue progresivamente invadida por “algo” que se alimentaba de todo lo vivo, y lo convertía en polvo gris, en naturaleza muerta, en algo inerte, sin vida. Aquellas tierras muertas siguen ahí, hoy en día, ocultas bajo el embalse que la civilización llevó al “maldito erial” situado cerca de Arkham.
En su clímax (que no desvelaré) puedo decir que su trama es horripilante, pavorosa, llena de imágenes terroríficas, de sombras inquietantes, de transformaciones horrendas, provoca una gran tensión psicológica, incertidumbre e incredulidad. Es uno de los relatos que más miedo llega a producir en el lector, de todos los de Lovecraft. Quizá por eso era su preferido. Pero juzgad vosotros mismos.