9 octubre, 2024

 A pesar de que la versión “buena” de lo que sería una película con el estilo de Blade Runner ya la tuvimos con Ghost in the Shell 2: Innocence, Ridley Scott sigue empeñado en marcarse un revival a base de sus viejos éxitos, aquellos que todo el mundo coincide en considerar los mejores artísticamente y que, precisamente, son aquellos en los que tuvo más apoyo de personas con más talento y juicio que él mismo.

Por suerte, y al contrario de lo que hizo con la producción de la original Blade Runner, esta vez ha decidido respetar más la creatividad de Hampton Fancher, el original guionista y verdadero impulsor de una adaptación al cine de la novela corta de Philip K. Dick. Pese a todo, la trama de esta nueva entrega adolece de algunos agujeros que se olvida de tapar o que deja deliberadamente en un segundo plano en favor de su discurso existencial, que sí creo más profundo y más detallado en esta secuela.

Como ya demostraron los tres cortometrajes de introducción y promoción a esta secuela, Blade Runner no es intocable, y su mundo y personajes se podían mejorar. Yo, un enamorado desde niño de esta película, nunca he entendido el estatus de obra maestra que muchos intelectuales de pega del cine y hipsters (o sea, gilipollas de vocación) se han pasado décadas atribuyéndole, pues donde la película brilla es en la estética, la calidad de la ambientación luminosa y sonora, y en el contrastado barroquismo cultural y extemporáneo del diseño de prácticamente todo lo material; y resulta más bien fallida por la elaboración de un argumento vago que, forzando la comparación del desapasionado humano caza robots de Harrison Ford con las ganas de vivir más tiempo e intensamente de sus presas, se olvida de que debe tener a un espectador delante al que necesita entregarle más que un elemento filosófico que ya se adivinó en sus primeros minutos, tras leer el texto que sirve de prólogo (o escucharlo con la voz de Constantino Romero).

Una película muy bella, que puede atraer por muchas razones, pero que no constituye por sí misma ni un ejemplo correcto para hacer otras películas, y ni mucho menos es más recomendable que cualquier otra para alguien que quiera disfrutar de una historia. Blade Runner se empeña en convertir la historia de una cacería humana (al fin y al cabo, eso son los Replicantes) en un dramón pesado y lúgubre en el que la mediocridad del protagonista parece siempre recompensada, incluso tras las peores vicisitudes. Supongo que, como es el sueño de todos los gordos frikis que se las dan de listos, decir con los ojos cerrados que es una obra maestra es lo más lógico… Eso sí, a toro pasao, a partir de más de diez años después de su estreno y sólo cuando una corriente de gurús de la crítica de cine hayan expresado eso mismo…

A todo eso puede añadírsele un montaje con errores garrafales (supongo que por problemas de tiempo y las riñas entre todos por llevarse la película a su terreno) que ni el tan reconocido Final Cut de Ridley Scott ha conseguido paliar. El hombre al que durante todo este tiempo se le atribuye el genio de su creación, y que en realidad hizo más por pelearse con los productores (los verdaderos dueños de la película y los tipos que le contrataron), traerse a un nuevo escritor que destrozara el guión original y perfecto sin motivo para ello (esto, reconocido por el propio David Peoples) y llevarse mal con los actores, a los que quería llevar con sus indicaciones a perfiles de acción de sus personajes que ninguno comprendía. Sí, en medio de esto también aportó su buen ojo y el gusto por diseños espectaculares, y mucha experiencia en el rodaje con efectos especiales. Pero es una parte más de un todo que salió medio bien prácticamente de pura chiripa, y no porque él lo hiciera más fácil ni necesariamente mejor que todos los demás…

En esta ocasión, y con el igualmente tranquilo pero más constante y creciente ritmo que le ha atribuido Denis Villeneuve, Blade Runner nos ofrece una historia igual de personal que la original pero de una manera mucho más cercana e implícita, inmiscuyéndonos en la vida del cazarrecompensas, y haciéndonos partícipes de sus emociones de una manera íntima, viviendo con él su cotidianidad.

Además de contar con un reparto de actores muy buenos y siempre creíbles (incluyendo como uno de los mejores a Dave Bautista), el director les permite lucirse en largos planos con poco pero muy certero diálogo, en los que los gestos naturales y sutiles expresan emociones contenidas que de pronto estallan, en las circunstancias adecuadas, claro. Todo ello ocurre de una manera tan creíble como lo hicieron los actores replicantes en la original, pero con una lógica humana, consecuente (aquí ya no existen aquellos cambios bruscos y pueriles de humor, propios de los Nexus 6).

No quiero decir mucho más para no estropear la película, pero basta con decir que allí donde faltan los ambientes agobiantes y recargados de la original, se dan escenas de auténtico agobio y casi puro terror emocional, que tanto el montaje (que esta vez sí constituye un ejemplo para el cine de tipo dramático y también el de aventuras) como los propios actores y el guión (económico en palabras pero certero como pocos) hacen posible.

Además de esto, Blade Runner 2049 se preocupa de ofrecer unas contadas escenas de acción que sirven de solución violenta a algunos de los conflictos de la película, aquellos que no se pueden resolver con el mero diálogo, algo que le da a la historia una verosimilitud increíble dentro del cine fantástico, porque no se trata de violencia gratuita. Sería fácil contentar a alguien como yo poniendo tiros y peleas sin ton ni son en el universo de Blade Runner, me hubiera quedado muy satisfecho con ello si esta nueva versión hubiera demostrado un espíritu deliberado de cine comercial con algo de fanservice en ambientación y personajes, pero no ha sido así. Todo lo contrario, la historia se deshilacha de una manera que prueba que la violencia es el último recurso, y siempre cuando está en juego la vida de alguien.

Para colmo, y apoyada como dije antes por el montaje, la acción es perfecta. Rodada con planos cercanos que te sumergen en la violencia pero que al mismo tiempo dejan ver todo, y con secuencias largas que permiten seguir los movimientos sin interrupciones, con un estilo muy parecido al adoptado en las mejores escenas de acción de El Caballero Oscuro, del director Christopher Nolan.

Existen algunas contradicciones en cuanto al modo en que está constituido el mundo y el uso de los nuevos replicantes, supuestamente obedientes a toda costa. Son cosas que, como dije al inicio, quedan en un segundo plano y que sólo repara uno en ellas una vez que le da vueltas a la historia al terminar a la película, pero es una de las cosas que desmejoran respecto a la Blade Runner de Ridley Scott. No sé si esas partes faltantes que deberían engranar el argumento son propias del guión de Fancher o, de nuevo, son obra del guionista nuevo, Michael Green. Y tampoco hay manera, por el momento, de saber si son meros descuidos o agujeros a tapar en nuevas entregas. Pero creo obligado mencionar que están ahí, vamos…

No voy a decir más porque no haría más que revelar cosas sin parar, y mi intención es animar a descubrir una película que es la versión buena de su antecesora… si obviamos Ghost in the Shell 2: Innocence, claro…

 

Valoración por Ruddenskjrik:

¡es cine guay!

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