Conocí esta saga cuando apenas tenía conciencia de lo que eran los videojuegos, antes incluso de tener en casa la primera consola real, la Nintendo NES. Lo había visto relampagueando brevemente, a veces, en las máquinas de bares y cafeterías, en aquellas donde se echaba una moneda para jugar cierto tiempo a uno solo de los muchos juegos de 8 bits que había para elegir.