La primera vez que pensé en hacer mi crítica de este videojuego, preferí enlazar al vídeo de un youtuber que dejaba muy claro y de manera muy acertada todo lo bueno que tenía el nuevo DOOM. Mi concordancia con su opinión me convenció de que no podía añadir nada, en ningún sentido, a todo lo que decía. Ahora, no es que la cosa haya cambiado, pero tengo la necesidad de hablar por mí mismo.
Siendo usuario de toda la vida de las consolas, debo decir que yo lo juego con mando en mi PS4. Así es como conozco los juegos desde siempre, y aunque sé que la experiencia para los acostumbrados a jugar con ratón y teclado en ordenador es muy superior, creo que, para referirse a lo que representa este juego, es incluso más importante hablar como usuario de consolas. Y esto es porque, de los once juegos que hasta el momento tengo en este sistema, de entre todos estos esperados y publicitados proyectos que tan buenas críticas se han llevado de la prensa, sólo cuatro considero buenos de verdad por la experiencia de juego y diversión que ofrecen.
DOOM es obviamente uno de ellos. Yo nunca juego al multijugador online, primero porque paso de pagar por este servicio y sobre todo porque nunca me ha interesado jugar con nadie que no se siente a mi lado (esto es más por costumbre, herencia emocional de las consolas de décadas anteriores), así que en lo que me centro es siempre en el modo historia. Y es lo mejor del juego. Un modo historia lleno de acción sin tregua, con dificultad adaptada a cualquier nivel de destreza o inutilidad del jugador, con diseño de enemigos, armas y niveles excelente y una emoción creciente durante nuestro viaje a través de la carnicería orquestada al son de música que combina rock duro y elegantes sonidos electrónicos.
Es una experiencia audiovisual y de jugabilidad que yo equipararía al breve pero infinitamente rejugable Metal Gear Rising, salvando la diferencia de géneros: sistemas de juego simples, sencillos a la hora de hacerse con ellos, pero entre los que ir depurando un estilo de combate personal y profundo a partir tan sólo de nuestra propia habilidad con los controles. Sin entrar en muchos detalles, DOOM ofrece un creciente modo de personalización de las armas y de nuestro personaje para enfatizar sus cualidades ofensivas o defensivas, pero, al final, es el propio jugador con sus manos quien da personalidad a la lucha. Como debe ser.
Lo que más me ha gustado del modo historia, es el rechazo a la propia historia. En una época en que los juegos se producen y venden al estilo de películas interactivas, donde lo más importante es la trama y el modo en que nos la cuentan, acabando por desplegarse ante los usuarios un catálogo interminable de juegos clónicos con historias diferentes pero igual de irrelevantes (hablo por mí, desde luego), DOOM, desde que empieza, nos muestra por actos de su protagonista una total desidia ante cualquier explicación de qué es lo que está ocurriendo y por qué. Rompe los sistemas de comunicaciones para dejar de oír a quienes le arengan sobre lo que debe hacer, hace caso omiso sobre las maneras de proceder, y en definitiva toma la actitud más directa y destructiva para resolver el problema de los monstruos, es decir, la que, como jugadores nosotros necesitamos: un puñetero juego divertido (más que nunca) como pocos. Lo suficiente para rejugarlo sin cesar durante semanas o para volver a él cada cierto tiempo, como hago con mi querido Resident Evil 6, por ejemplo.
Por si la campaña en sí no fuera suficiente, aparte del modo multijugador online existe un editor de mapas tan completo y personalizable que se me ocurre compararlo con las posibilidades del fantástico juego Super Mario Maker. DOOM se vuelve infinito así, tanto si a uno le da por crear sus propios niveles como por pasarse el tiempo jugando a todos los creados por otros usuarios. Es impresionante el contenido a que da lugar este juego en consolas mientras otros parecen darte lo menos posible por el precio más alto, y si ofrecen más, siempre mediante contenido descargable de pago.
Este DOOM es y será en adelante de mis juegos favoritos, como lo es la versión que aún conservo del DOOM de la primera Playstation. El mismo espíritu y sensaciones, dedicación enfocada hacia el jugador, diversión interminable y visceral, compulsiva.
Cada uno que se compre lo que quiera, por supuesto. Pero la cuestión es… ¿de veras se juega, de veras se disfruta, con los juegos de consola actuales? Con DOOM es de los pocos que SÍ.