Reseña por María Larralde
Afortunados serán los que puedan ver esta película sin que nadie les haga spoiler pues merece ser apreciada, en más de una ocasión, como una gran obra cinematográfica de suspense-terror del bueno, del que te pone mal el cuerpo por lo sencillo y plausible a pesar de lo inverosímil del caso concreto.
Yo he sido afortunada pues topé con esta maravilla de forma fortuita y la veré en las salas de cine como merece, pagando su precio. Para empezar, la ficha técnica, que copio de Filmaffinity porque así no tengo que andar elaborándola:
Título original: The Autopsy of Jane Doe, 2016. 99 min. Reino Unido Reino Unido
Director: André Øvredal Guión: Ian B. Goldberg, Richard Naing
Fotografía: Roman Osin
Reparto: Emile Hirsch, Brian Cox, Ophelia Lovibond, Michael McElhatton, Olwen Kelly, Jane Perry, Parker Sawyers
Productora: 42 / Goldcrest Films International / Impostor Pictures
Para seguir, me pareció un muy buen título. Me llamó tanto la atención que comencé a verla por ese motivo. Siempre las películas hacen referencia al crimen en sí, al criminal, a los policías, al caso en general ¿pero qué película se centra en el trabajo de la autopsia?
Esto ya me hizo pensar que si era buena, sería una gran película, ya que tendrían que esforzarse por hacer un trabajo decente en cuanto a las labores de los Forenses. Y éstos habitualmente no son protagonistas más que secundarios en las películas de criminales. El inicio es impactante. Las imágenes y los planos de las primeras tomas te meten de lleno en la escena como si fueras un poli más, y consiguen que sea un momento desolador por lo terrible que es el crimen cometido en esa casa. Después, el hallazgo sorprendente del sótano. Una joven y bellísima mujer aparece en él desnuda y semienterrada. Y ya está. No ha hecho falta nada más para construir una historia que es muy de novela, que tiene un guión excelente, unos diálogos naturales y creíbles, unos momentos de verdadero terror a lo desconocido con simples claves ambientales y un desarrollo con buen ritmo, lleno de momentos traumáticos y, lo mejor de todo, con un ambiente asfixiante, en un lugar que es idóneo para una película de terror: la casa del forense, donde realiza sus autopsias.
Dos personajes principales llevan el peso del guión: un padre y un hijo que, por tradición familiar, se dedican a las autopsias en su propia residencia (algo impensable en España). Mientras se desarrolla la trama se les va conociendo pues en sus diálogos aparecen referencias al pasado familiar. No es nada forzado y tampoco hay un exceso a esas referencias, lo suficiente para conocerles pero sin caer en el sentimentalismo de los recuerdos de otra vida.
La “bella muerta” presenta o más bien no presenta signos de muerte ni tampoco de identificación alguna. Nadie sabe quién es, qué hacía allí donde la encontraron y cómo llegó hasta ese lugar. Nada de nada sabe la poli.
Padre e hijo comienzan la autopsia y empieza el terror progresivo, los hallazgos inquietantes en el cuerpo de la “bella muerta” y el desarrollo del cuerpo central de la película. El final acorde al resto, el mejor posible y con horror hasta el mismísimo apagón de luces. Un mal final, como debe ser un buen final de película de terror.
Juro que me hubiera gustado escribir a mí un relato que fuera esta mismita historia. Mi sentencia es: Cine súper Guay!!!