21 noviembre, 2024
perros tindalos

Al igual que Verne, el neoyorquino Frank Belknap Long (1901-1994) fue otro de esos niños de imaginación inquieta que ocupaban parte de su tiempo en la forja de sueños escapistas; para el francés su máxima aspiración infantil era hacerse marinero y así navegar por todos los mares del orbe, pero el neoyorquino no le iba muy a la zaga en eso, pues su ambición pueril era verse inmerso en la exploración de la intrincada selva amazónica, tal vez emulando la proeza del español Francisco de Orellana , quien en el siglo XVI fue el primer europeo que recorrió el cauce del río y la jungla adyacente.

Al igual que Herbert (su tocayo, compatriota y autor de la afamada saga de ciencia ficción “Dune”)
Belknap Long fue tambíén un caso de precocidad literaria pues sintió el llamado de las letras desde
muy temprana edad. No sabemos si Herbert y Belknap Long llegaron a conocerse, pero el caso es
que ambos empezaron sus carreras literarias muy jóvenes publicando en los pulp-magazines que
dominaron la escena de la literatura popular estadounidense durante el llamado período de
entreguerras, por obvias razones cronológicas Belknap Long, nacido en 1901, lo hizo mucho antes
que Herbert, llegado al mundo en 1920. Llegados aquí recurrimos a la siempre acuciosa Wikipedia
y averiguamos que el primer pulp magazine que publicó una historia de Belknap Long fue la
afamada Weird Tales, la misma que unos cuantos años después daría a la imprenta los cuentos de
ese genio oscuro oriundo de Nueva Inglaterra, hablamos claro está de Howard Phillips Lovecraft, el
mismo que agrupó a su alrededor a un conjunto de escritores, entre quienes se encontraba el autor
que nos ocupa, que logró pergeñar el universo de los Mitos de Cthulhu, un referente obligado en el
marco de la moderna literatura de terror.

Según consta en Wikipedia, Belknap Long dejo un legado literario bastante profuso, pues llegó a
escribir 25 novelas y unos 150 cuentos, amén de tres libros de poemas, guiones para historietas de
terror y artículos periodisticos. Básicamente su narrativa se nutrió de dos fuentes principales: la
ciencia ficción y el horror en su vertiente gótica y sobrenatural , con un enfásis especial en este
último campo; precisamente el más conocido de sus cuentos es “Los Perros de Tindalos”, fue
publicado en 1931, el mismo año en el que Lovecraft entregó a sus editores el relato “ El que
susurra en la oscuridad”, en el cual también se hace referencia a estas míticas criaturas
depredadoras. Mucho después otro gran autor de literatura fantástica, el también estadounidense
Roger Zelazny hace aparecer a los susodichos “canes” en su novela “ Las tierras cambiantes”, una
cita que basta para demostrar el impacto que estos seres ficticios han tenido en el ámbito de la
literatura fantástica en general.

Para aclarar un poco el panorama, diremos que estos “perros” no son precisamente las adorables
mascotas que uno puede imaginarse mientras está leyendo el plural de esta palabra , es más el
autor nos ofrece una descripción bastante imprecisa de estas criaturas en el relato, y hace decir a
Halpin Chambers, el personaje principal del cuento estas palabras: “ más allá de la vida existen
cosas que no logro distinguir, pero se mueven a través de ángulos alucinantes”, en realidad la única
caracteristica que les permitiría parangonearse con los cánidos es su notable capacidad olfatoria y
su instinto depredador, por ende resulta que el ejercicio de la misma es la que lleva a equipararlos
con los auténticos canes por parte del lector, una convicción que se ve fortalecida por el uso de la
misma palabra en el título castellano del relato. En inglés, este cuento se llama “The hounds of
Tíndalos” ,lo cual también podría traducirse como “Los sabuesos de Tíndalos”, y es muy bien
sabido que esta raza canina ha sido usada para perseguir y acosar a las presas de los cazadores.
“ Los Perros de Tíndalos” es un artefacto narrativo dividido en cinco partes, y cuya acción es
sostenida básicamente por dos personajes: Halpin Chalmers, protagonista del relato y escritor
ocultista, y Frank, presuntamente el alter ego del autor del cuento, el cual hace las veces de oreja
amiga y amanuense taquigráfico de las incursiones psicodélicas de Chalmers en el mundo de la
cuarta dimensión.

Ambos personajes, son verdaderos polos opuestos, y no tiene el mismo punto de vista sobre la
realidad; Chambers es descrito como un hombre poseedor de “un alma medieval… prefería los
manuscritos iluminados a los automóviles, y las gárgolas de piedra a los aparatos de radio y las
máquinas de calcular”. En resumen un hombre anclado en el pasado, una especie de anacronismo
viviente, en contraposición Frank es descrito como un tipo racional, un sujeto inteligente, pero a la
vez muy prosaico y por ende incapaz de “ concebir la existencia de ninguna entidad independiente
de toda energía y toda materia”

Las dos primeras partes del cuento nos presentan este animado contrapunto entre la razón y la
locura, entre la racionalidad y el delirio, las cuales se ven perfectamente encarnadas en los
personajes de Frank y de Halpin Chalmers respectivamente, y el cual se mantiene a lo largo de todo
el relato. Las tres últimas partes muestran el desenlace de la historia, que no desvelaré para no
privar de ese gusto al lector que se atreva a leer este cuento, por lo tanto bastará decir que aquí
Belknap Long narra los hechos postreros de su cuento a partir de fuentes indirectas, a la manera del
“ Drácula” de Bram Stoker.

En la primera parte , la más extensa y la cual contiene la esencia de este relato, se transmite al
lector el primer viaje que Chalmers realiza hacia la cuarta dimensión , un periplo que inicia
contemplando unos extraños dibujos cabalisticos, a la par que se dispone a consumir “cinco
gránulos de la droga Liao”, una misteriosa sustancia descubierta por los alquimistas chinos. Una
vez ingerida la droga, Chalmers consigue expandir su conciencia, atraviesa las eras históricas
remontándose hacia una edad en la cual la vida ha quedado reducida a simples organismos
unicelulares. “ Mediante un pequeño esfuerzo soy capaz de contemplar pasados cada vez más
lejanos… A mi alrededor se multiplican los ángulos y las curvas .Hay grandes sectores de tiempo
que percibo a través de curvas. Existe un tiempo curvo y otro angular. Los moradores del tiempo
curvo no pueden penetrar en el tiempo angular”

Llegado ese instante, Chalmers arriba al clímax de su extraña odisea psicodélica, eso sucede cuando
descubre una serie de “ángulos totalmente ajenos a la geometría humana”, solo entonces siente
pánico y exclama “Tengo miedo, en la creación existen abismos en lo que nunca ha penetrado el
hombre”, según esto Chalmers es el primer humano en descubrir los dominios de aquel “horror
supremo”,en el cual moran los consabidos canes que dan título a este relato.

Y ya que hablamos de ellos , la ocasión me parece propicia para hacer más visibles ante los
lectores a las criaturas que son materia de este artículo, por eso recurro una vez más a la Wikipedia,
nuestra moderna Biblioteca de Babel: “Los perros de Tíndalos habitan en el pasado lejano de la
Tierra, cuando la vida normal no había avanzado aún a nada superior a los seres unicelulares. Se
dice que habitan en los ángulos de tiempo, mientras que los demás seres (tales como la humanidad
y toda la vida común) descienden de las curvas. Se piensa que son inmortales, y que persiguen a
través del tiempo a los seres humanos y demás vida normal que llama su atención (habitualmente
por realizar algún tipo de desplazamiento temporal). Su apariencia es desconocida porque los
personajes que se encuentran con ellos no sobreviven el tiempo suficiente para dar una
descripción. Se dice que tienen largas y huecas lenguas o probóscide para drenar los líquidos
corporales de sus víctimas, y que excretan un extraño pus de color azul.”

Aquel encuentro sume a nuestro protagonista en un virtual estado de shock, producto del pánico que
le produce el haber sido olido por aquellas terribles criaturas interdimensionales. El solícito Frank,
consigue restablecer un poco la ruina humana en la que su amigo se habia convertido solo para
recibir el testimonio de la existencia de estos seres que son la encarnación de la impureza y la
maldad extrema , y que se “mueven a través de ángulos en los oscuros recodos del tiempo”.

En la segunda parte del cuento se nos presenta a Chalmers en un estado de zozobra casi permanente,
y dispuesto a sellar con yeso todos los ángulos de una habitación a la que ha desprovisto de todos
sus muebles ,un empeño que solo pretende impedir la entrada de estos seres en nuestro mundo. Y
aunque Frank ayuda a Chalmers en su tarea , para sus adentros, cree firmemente que el escritor ha
perdido la razón.

Confieso que cuando leí este cuento por primera vez, allá por el año 2005, me quede realmente
fascinado con la magnifica descripción del viaje transtemporal que Chalmers realiza hacia el
pasado remoto de la Tierra, la sola idea es seductora y Belknap Long no fue el único miembro del
Circulo Lovecraft que la empleo para hacer un relato , también Ashton Smith se aventuró en los
mismos territorios, aunque con diferente escenario, en otro cuento también escrito para la serie de
los Mitos de Cthulhu.

Digresiones aparte soy de la opinión que la máxima virtud de este cuento, consiste en su intento de
racionalizar lo subconciente a través de la figura del viaje que sumerje al protagonista en un
decadente universo de horror insospechado, por medio de una sustancia alucinógena que permite la
apertura de mundos ocultos en lo más recóndito de la mente humana; del mismo modo que otros
intelectuales de carne y hueso lo han hecho, de modo inexorable los nombres de Aldous Huxley,
William Burroughs y Phillip K Dick vienen a mi mente.

Halpin Chalmers es un personaje desmesurado, superlativamente loco , entregado por completo a
la causa de una morbosa cruzada que pretende indagar en los misterios que esconde la cuarta
dimensión y termina descubriendo a unas criaturas extrañas que le impiden ir más allá , los perros
son el non plus ultra de una ávida curiosidad malsana y el símbolo de que el hombre no debe
saberlo realmente todo. Revestido de toda su extravagancia, Chalmers pertenece a esa galería de
sabios locos que pueblan las páginas de la literatura pulp de aquella época, lo cual me hace evocar
al protagonista de un cuento de Edmond Hamilton llamado “El hombre que evolucionó”, un texto
que tal vez sea materia de un futura reseña en este blog.

Ahora me permitiré una nueva digresión que servirá de colofón a este artículo y pasaré a contarles
a mis lectores como supe de la existencia de este interesante relato. Curiosamente la fuente que me
hizo saber del cuento de Belknap Long, no fue escrita sino oral. Sucedió justo cuando me disponía a
almorzar, en ese instante, la puerta de mi casa se sacudió no una sino varias veces, a causa de los
golpes que le propinaba la mano de un inesperado visitante; me levanté de la mesa y acudí a ver de
quien se trataba. Cuando abrí la puerta descubrí la identidad del visitante: se trataba de mi vecino,
un joven de tez blanca y físico magro, llamado Jorge Villarreal y que había hecho de la música su
medio de vida. Apenas me vió Jorge empezó a narrarme en un tono de voz completamente excitado
y nervioso la trama del cuento que he reseñado, acababa de leerlo y sentíase como obligado a
transmitir aquel nuevo conocimiento a alguien, y no se le ocurrió mejor idea que visitarme para
hacerme saber eso. Jorge solo cometió un error en todo lo que me dijo, atribuyó la autoría del
cuento a Lovecraft, y omitiendo la manifiesta paternidad de Belknap Long; gracias a ese yerro
durante un tiempo creí que “Los perros de Tindalos” fue escrito por el genio de Providence; sin
embargo si lo pienso bien Jorge no se equivocó demasiado Belknap Long y Lovecraft fueron
amigos y colegas, y su obra ofrece muchas aristas comunes que sabrá distinguir aquel que frecuente
con avidez los textos de ambos autores.

Como regalo de despedida, y esperando que juzguéis por vosotros mismos, lectores, si el relato es digno o no de vuestro paladar, aquí os lo dejamos, en lectura y descarga gratuita, en pdf.

Los Perros De Tíndalos

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