Delirio de una noche de otoño
María Larralde
Un cabrón, en forma de un hombre común, le entrega,
sentado sobre una vieja cama, su gran verga.
¡Su viejo falo como anatema sobresale!
La mujer se le muestra dispuesta aunque atontada,
se posa sin pudor sobre el diablo, anestesiada,
en su abdomen atezado y tan abominable.