A diferencia de lo que pasa con las producciones para los cines de acción real, donde parecen ir dando tumbos con los guiones, la Warner y DC llevan algún tiempo produciendo material cinematográfico de gran calidad para su salida directa a vídeo: se trata de películas de animación que, resultando más fieles al universo de los cómics, han ido retratando su propia línea argumental.
Así, con estas pelis, he conocido al hijo de Bruce Wayne, Damian, y le he visto pasar de adoctrinado de Ra’s al Ghul a tercer Robin, además de verle enfrentarse a Batman continuamente por sus diferencias morales respecto a los criminales, al punto de incluso batirse a muerte en la entrega de Batman versus Robin.
Como yo soy más de pelis (y me encanta la animación), debo reconocer que cuanto sé de la historia de Batman y casi todos los superhéroes viene de este tipo de entregas. Lo curioso de este tipo de películas es que suelen dar por establecido que el espectador ya conoce a los personajes, y si los presenta lo hace de la manera que debe ser: mostrando su personalidad (y motivaciones para aparecer en la historia que estamos viendo) mediante diálogos o acciones. Es curioso que estas películas, que dan por sentado que ya conocemos de sobra el mundo que nos retratan, estén mil veces mejor escritas que la mayoría de las producciones (supuestamente serias) para los cines. ¿Por qué pasa eso? Pues porque estas películas se centran en contar historias donde los personajes ya se supone que están desarrollados, y precisamente, aunque uno no los conozca de nada, enseguida empatiza con ellos por su naturalidad, porque les vemos comportarse con una lógica que, es evidente a los pocos minutos, les es propia. Por ejemplo, como dije antes, conocí a Damian, el indiscutible protagonista de esta película, por estas producciones de animación, y hubiera dado igual en qué orden las hubiera visto: Damian siempre ha sido Damian, indiscutiblemente, y en poco tiempo te das cuenta de quién es, cómo, y por qué.
Y es un error que acaba cansando en las superproducciones para cine. Parece que todo protagonista o personaje relevante debe recorrer un camino de realización, de construcción de su personalidad, que es el que le convertirá al final en el personaje que decidirá la trama en algún sentido. Eso es no sólo aburrido, sino que además muy falso, y te acaba alejando del personaje, no empatizas porque parece un monigote sin personalidad que se llena más con cualidades que con emociones (lo cuál es irónico, cuando son actores reales, y de supuesto talento, quienes los interpretan). Todos somos quienes somos siempre, en todo momento, y que parezca que esta gente no encuentra personalidad hasta que se hacen héroes o villanos, es ridículo. Y eso es lo que se siente, que en realidad nunca han tenido ni tendrán personalidad. Como digo, en estas películas de animación, no sé si por que las enfocan a un público de aficionados a los cómics, o más joven, los personajes suelen ser mucho más creíbles, y las tramas más emocionantes.
Y esta última que he visto, “Justice League versus Teen Titans”, no es una excepción. La historia parece intentar ser no sólo un cruce, sino también una especie de precuela de la saga de Teen Titans (sé que hay una serie de animación de dibujos, pero que no he seguido), ya que aquí se supone que aún no forma Robin parte de este grupo, pero al mismo tiempo sus miembros se ven más mayores que en aquella serie de la que vi algún capítulo suelto, incluso siendo dos de ellos completamente adultos (Starfire, cómo mentora de los Teen Titans, y Cyborg, que en esta entrega está con la Justice League). En realidad, creo que es más una adaptación de los Teen Titans, una manera de integrarlos en el universo propio que están desarrollando con las últimas películas de Batman, y siguiendo a la entrega de “Batman: Bad Blood”, directamente. En fin, hablo por mi experiencia propia, como digo, no estoy de leer cómics…
No revelaré nada de la película, prefiero dejar que cada uno la vea por sí mismo. Obviamente, es una película para todo aquel que le gusten los superhéroes, la acción y la animación en general. La trama es muy buena, y tiene momentos bastante graciosos y hasta entrañables que hacen que sientas mayor unión a los personajes y sus vivencias (me descojoné con la idea del duelo del videojuego de baile). Quizá pueda parecer que la trama y su desarrollo son apresurados, pero no es así. El asunto es que es una peli de superhéroes, y su historia son las batallas contra sus enemigos, no sus problemas personales y dicotomías acerca de llegar o no al punto de ser superhéroes. Eso es algo que todos ya tienen asumido. Como mucho, se cuestionan los métodos, y en este asunto en concreto seguimos siendo testigos de cómo evoluciona Damian en sus valores morales, sin dejar por ello de ser quien es, claro (un tipo cínico y de vuelta de todo pese a su extrema juventud).
Como no conocía casi nada de los Teen Titans, me sorprendió muy gratamente el personaje de Raven y su historia personal, y es junto con Damian lo que más me gustó de la película. Por supuesto, como en entregas anteriores, las peleas están animadas con un cuidado tal que hasta están coreografiadas, tal cual, o mejor aún, de como se harían en una producción de acción real.
Para terminar reconoceré que no es para todos los gustos, ya que no pierde el tiempo con presentaciones ni con mierdeces encajadas a la fuerza sobre la vida real. Son películas hechas para fans de estos personajes, seguramente que siguen con fidelidad las líneas de los cómics, y que disfrutará cualquier otra persona que, como yo, le gusten las hostias animadas y las historias… CON PERSONALIDAD.
Valoración por Ruddenskjrik: ¡es cine guay!