19 marzo, 2024

Gareth Evans es un director que cuenta con la admiración de los que escribimos estas líneas debido a su increíble aportación al mundo de la acción con la saga “The Raid” y la anterior “Merantau Warrior”. Todas ellas son películas que cuentan con un estilo narrativo maduro, que construye la tensión respecto a los sencillos argumentos de las historias con paciencia y reflexión, dejando que el espectador vea llegar de lejos la tragedia que desencadenará la ensalada de tiros y hostias, y creando un ambiente insuperable de “calma antes de la tormenta”.

También se introdujo en el género del terror de una manera única y espectacular con su sección cinematográfica “Safe Haven” en el recopilatorio “VHS 2”, trabajando con el director Timo Tjahjanto. En ese cortometraje, rodado como si fuera un documental que se sale de madres (como la famosa “REC”) se desarrollaba una tensa historia en la que un pequeño grupo de periodistas eran recibidos, en insólita exclusiva, en las instalaciones de una poderosa secta, donde está por desencadenarse un evento para el que están ultimando ciertos preparativos… Otra historia donde el suspense no deja de crecer mientras se suceden crípticas conversaciones con los miembros de la secta y extrañas visiones, sumiendo al espectador en una surrealista experiencia que acaba explotando en una pesadilla de horror visceral y violencia.

Para “El Apostol”, Gareth Evans parece haber regresado a su tierra natural de Gales tras llevar muchos años viviendo en Indonesia (gracias a lo cual ha conocido y trabajado con los genios de las películas mencionadas hasta ahora), y gracias a ello podemos disfrutar de unos paisajes celtas y la ambientación de la civilización de Reino Unido de principios del siglo XX. Aunque no es eso lo que importa.

De una forma que puede parecer poco climática, la historia nos presenta a un hombre que parece llevar tiempo viviendo prácticamente como un mendigo: enfermo, y repudiado por su padre enfermo, el albacea de la familia le traslada la situación crítica por la que pasa la familia: su hermana ha sido secuestrada por una secta instalada en una misteriosa isla, buscando el pago de un rescate para el que ya no queda ningún dinero. De este modo, el abogado le sugiere al protagonista que se infiltre en la secta usando la misma invitación que serviría para acordar el pago del rescate.

Este inicio de peli clásica de suspense se sucede con un silencio absoluto por parte de la banda sonora, y sirve como perfecto preludio de las maravillas visuales y sonoras que nos ofrecerá más adelante. Cuando llegamos a la isla de la secta con el protagonista, descubrimos un típico clima de aparente libertad y buenas voluntades, que deja entrever una tácita represión y aterradoras consecuencias para cualquiera que no congenie en la forma de unos guardias armados con bastones. Hasta aquí, tampoco parece haber nada que no se haya visto ya.

Sin embargo, pasada ya casi la media hora de la película, es cuando empezamos a descubrir esos detalles que descubren que en la isla pasa mucho más que una loca idea convertida en religión. Con la misión casi desesperada de encontrar a su hermana, la única cosa de valor que le queda al protagonista en la vida, se van sucediendo diferentes hechos que, al tiempo que se lo van poniendo todo más difícil, acaban por descubrir una enfermedad, tanto física como de las almas, infectándolo todo.

Todos los actores están perfectos en sus papeles, creemos que sobre todo el protagonista, Dan Stevens, quien hace muy creíble el papel de una persona que está enferma de algo que no sabemos muy bien qué es, pero que es lo mismo que ha terminado por convertir a su padre en un muerto en vida. El hombre se mueve todo el tiempo como si a duras penas dominara correctamente sus movimientos, y sus miradas son torvas, más que por suspicacia, como por ser presa constantemente de un sufrimiento secreto que va más allá de sus preocupaciones. En todo momento parece alguien peligroso y de muy poco fiar, una persona que ha llevado muy mala vida, y precisamente esto es lo que, probablemente, consigue que no sean capaces de sospechar sus verdaderas intenciones.

El otro gran actor es Mark Lewis Jones, actor galés que no conocíamos y que hace aquí de uno de los principales antagonistas. Su personaje se descubre como una persona expeditiva, con unos objetivos muy claros y una forma de ver la vida que se basa en la jerarquía por la fuerza. A pesar de su corpulencia, este actor se las arregla para hacer gala en su personaje de unos movimientos contenidos y fluidos que auguran lo que no se tarda en descubrir: que sus talento y gusto para la violencia son extraordinarios.

A pesar de ello, y tras cerca de una hora de metraje, el reparto de personajes de la película es bastante coral, y todos los demás actores tienen tiempo de lucirse en una trama de tragedias que se ven agravadas por la “especial situación” por la que está pasando la isla.

La fotografía, seguramente digital, permite ver con escrupuloso detalle cada minúsculo grano de polvo y de textura de todas las escenas, que, por cierto, parecen pensadas como cuadros de tonos homogéneos pero de planos tremendamente represnetativos.

Por su parte, la música, que empieza a hacer presencia en la película de maneras tímidas, se basa en pausados ritmos y en los aullantes y estridentes tonos de instrumentos de cuerda, muy adecuados al ambiente rural y a la decadencia que se va desvelando durante el desarrollo del guión.

La historia, aunque no pretende aleccionarnos, da para reflexionar sobre la trayectoria de la humanidad, y sobre el hecho de que, quizá, si no tenemos un dios que nos ayude como quisiéramos, puede ser porque lo hemos matado hace tiempo, o porque si hay alguno, se esconde de nosotros. Eso, aparte de muchas otras cosas que tienen que ver con las relaciones humanas a distintos niveles…

Lo mejor es el cuidado ritmo, que no deja nunca de acelerar, muy poco a poco, eso sí, hasta coger una buena velocidad en la secuencia de hechos, los cuales irán  pasando de escenas intrigantes y tensas a las más violentas y viscerales, casi sin que nos demos cuenta de en qué momento ni cómo se ha llegado a ello (como pasa en la vida real). La película de suspense y horror que ha creado Gareth Evans es una joya del cine fantástico y de aventuras, en realidad, y un regreso inmejorable a su tierra natal y una entrada de lujo en cualquier otro género que no fuera el de la acción de artes marciales, en el que ya ha creado obras inmejorables (a pesar de la famosa “The Night Comes For Us”, de su colega Timo Tjahjanto).

Una película que, aunque realmente no inventa nada nuevo, combina una serie de virtudes de una forma tan personal y honesta que para nosotros ya es una nueva obra maestra, y clásico del cine.

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