Tras ver el prometedor pero decepcionantemente aburrido film irlandés The Lodgers, de reciente incorporación al catálogo de Netflix, nos saltó automáticamente el tráiler de esta serie coproducida en India entre la propia plataforma de vídeo y Blumhouse, la compañía responsable de Insidious y Sinister. En el vídeo las tomas nos parecieron de una calidad suficiente como para añadirla a nuestra lista de pendientes de ver.
Sin embargo, no nos quitábamos de la cabeza ni el nombre ni las imágenes, y como tenemos la suerte (contra toda tendencia) de no ser unos parásitos emocionales que necesitan la opinión de un gordo Youtuber medio subnormal para mostrar admiración por ninguna obra antes siquiera de haberla visto, nos sumergimos en ella sin saber más de lo que la propia Netflix nos ofrecía.
Desde el comienzo, la producción establece un marco en el futuro en el que el país está dominado por un gobierno fuerte que combate con mano dura cualquier simple indicio de la menor disidencia, incluida la cultural. Con una secuencia que parece grabada e interpretada por soldados expertos con un nivel técnico cercano al de las películas de Michael Bay, se nos da una muestra de la calidad que presenta y mantiene la serie durante sus tres episodios, no más largos de los 50 minutos.
Una de las cosas más bonitas de esta serie es que se aleja de las moralinas habituales de las producciones en suelo americano o incluso europeo, y ya desde el principio la serie nos plantea a unos personajes que podemos pensar que están terriblemente equivocados, pero que actúan siguiendo una pragmática lógica, dada su forma de vida, su situación en la sociedad y las posibilidades que les ofrecen sus talentos. En definitiva, aquí no existe ningún personaje que no se equivoque y no haga el mal pensando que está haciendo bien. Incluso los personajes más inofensivos parecen condenados por una especie de ego absurdo que los lleva por el forzoso camino de una tortura inútil.
Aparte de esto, que enseña y dice mucho sobre la humanidad (más que otros grandes y largos dramas del cine y la televisión), Gul es una dura y climática historia de terror y suspense psicológico. Sin detallar demasiado sobre la trama, solo diremos que la atmósfera que se consigue es tan incómoda como en la peli original de La Cosa, de John Carpenter, una de las obras que, como ya sabréis, más admiramos del cine en Historias Pulp.
Todos los actores representan sin excesos y con una terrible veracidad los personajes tan bien determinados en el increíble guión, el cual nos va desvelando sin demora de la acción (algo muy de agradecer que casi nadie sabe hacer) los detalles de sus personalidades y las razones que los llevan a actuar y en definitiva a ser como son. Aquí no existen largas dialécticas acerca de por qué cada personaje hace lo que hace, las discusiones se reducen a tratar de que dejen de hacer algo o hagan algo. Pragmatismo puro, real como la vida misma, pese a los sucesos paranormales.
No vamos a decir nada más, esperamos que la descubráis y sepáis disfrutarla.