27 julio, 2024

Por sorpresa llegó la nueva entrega de Black Mirror a Netflix (al menos, nosotros no nos habíamos enterado), y mayor fue la sorpresa cuando la nueva producción, que no ha resultado ser una nueva temporada de la serie, sino una película, se anunciaba como una nueva experiencia interactiva.

Al estilo de los viejos libros de “escoge tu propia aventura” o al de algunos juegos del estilo de las aventuras gráficas pero más cinematográficos, como todos los creados por el famoso David Cage, esta película nos ofrece en algunos momentos tomar una de entre dos decisiones utilizando la interfaz del dispositivo con el que estemos viendo Netflix. Aunque la idea pueda parecer poco práctica a la hora de tratar de forjar una historia (como recordarán aquellos que hayan jugado con alguno de esos libros, donde a veces uno se topa con finales poco climáticos e incluso impropios de lo que sucedía) o incluso una molestia para todos aquellos que solo quieren ver una peli y nada más, lo cierto es que con esta nueva producción ideada por el escritor Charlie Brooker se entrevén las posibilidades para una nueva forma de ofrecer cine a los afortunados consumidores del formato de streaming, al tiempo que desarrollan un nuevo producto que muy difícilmente se podrá piratear (aunque habrá maneras, como con todo).

Volviendo a la película, de la que no diremos nada para no estropear ninguna de las sorpresas, hay que reconocer que a gente como nosotros, que nos gustan las películas y los videojuegos casi por igual (a cada uno de nosotros más una cosa que otra), nos ha parecido un acierto. El largometraje se anuncia con la idea de que tú eliges el final, y lo cierto es que cada uno de nosotros ya ha visto tres finales distintos, y no hemos coincidido en todos.

Independientemente de lo acertada o no que se pueda considerar la trama, la cual (intuimos) se vuelve de muy distinta naturaleza según las decisiones tomadas, la peli está perfecta en todo lo que tiene que ver con el apartado artístico y técnico. Da igual cuál sea la impresión final de cada espectador, no cabe duda mientras lo experimenta de que está ante un producto de auténtico lujo, con una dirección firme, decidida y honesta sobre los actores y los planos, y que crea un interés genuino sobre todo lo que pueda ocurrirle a nuestro protagonista y alter ego (como si de un videojuego se tratara). Aunque todos los actores son geniales, destacamos el obvio esfuerzo del protagonista, Fioon Whitehead, al que ya habíamos visto desempeñar un lacónico y algo aturdido papel en la espectacular y pausada Dunkerke, de Christopher Nolan. Aquí podemos ver cómo pasa de un emocionado joven que está viendo cumplido su sueño al conseguir el trabajo de su vida, a una persona neurótica y desquiciada por todo lo que le pasa y ante la idea que le sugieren dichos sucesos y sus propios actos.

Más que en ningún otro caso, es mejor no decir nada más, e invitaros a descubrir por vosotros mismos, si podéis, esta nueva (y no será la última) apuesta de Netflix por el entretenimiento interactivo. Seguro que no os arrepentiréis.

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