27 julio, 2024

Madre

Madre,

sé que esquivas las balas.

Que ayer recogiste con tus pequeñas manos

columpios oxidados en las tardes de rojo cielo  

i vacío…

Conozco tu obsesión por los pobres

i los discapacitados i los ancianos, i el ceviche raído de la luna que rueda

por las baladas argentinas del Callao.

Sé que quisiste adoptar un niño

y le pediste que firmara un documento

para que pueda –ultra petita– jugar con muñecos de trapo.

Madre, eres una yegua o un caballo celeste durmiendo en el galope

¡No te quiero ver en ningún hipódromo! ¡Ni masticando alfalfa!

Sino, batiendo las alas tristes de tu cuerpo

contra el fuego de la dureza hipócrita de las cárceles de carne.

Madre, los infinitos ya no alcanzan en tu carterita crochet

ni en tus jeans rotos,

ni siquiera te sirve un tatuaje en el brazo.

¡Ve a bailar con Saturno! Y recoge,

en la bolsa del mercado, estrellas, para mi marzo, doce.

Ya no cocines, ni alimentes siquiera a moribundos

no des de lactar al silencio

y sí a mi hermana desaparecida

que esculpí con un pedazo de papel.

Mi hermana

Las células de ese cuerpo

cantan el BigBang

las flores hacen cosmogonía de yeso

mi hermana que no nació, es una constelación

que duerme en los sueños de mis risas tristes

ella es la niña morena jugando con el polvo

en medio de una sala blanca y agresiva

viniéndome a buscar en mi silencio

cortando el pasto venenoso de mi alma

cepillando los dientes iracundos que muerden mi nombre

ella sabe tararear el beso

deja que las hormigas caminen en los ceniceros

i los cigarros viejos los utiliza para hacer perfume

Yo hubiera querido que mi hermana salte conmigo

y ruede en los abecedarios eternos

que vayamos juntos por libros empolvados en Cercado

i que traviesa atraviese con chicle, las páginas rotas

tengo una página vacía, con cuerpo de niña

un lápiz negro con mejillas tiernas

y no me conformo  no poder encontrar ni en el caño su llanto

¿Quién elige y reparte el desamparo? La sopa está caliente

i mi hermana nunca ha despertado.

Marginal-es

¿Qué sabes tú

si ese columpio, el carpintero lo hizo roto, para que

cuando llegue el momento de bambolearnos

pensemos solo en el fracaso,

en la destrucción, en lo imperfecto, lo roto,

lo abyecto…

En niños enfermos que no pueden caminar, en madres

enfermas que no pueden ser mamás, en policías desnudos

que no saben disparar y en balas podridas que no conocen su disparo?

¿Qué sabes tú

de tomar leche del cielo, de las hojas blancas,

del algodón, de cerrar los ojos y jugar a la comida? ¿QUÉ SABES?

¡TÚ NO SABES NADA!

No sabes estar roto,

no conoces qué es caminar con la inquisición en la suela de mi suelo, zapato

o dormir con los sueños envueltos en hambre ,

clavos, instrumentos punzocortantes

taladros que perforan la cabeza

en perseguirte a ti mismo incesantemente llorando el rastro

y muriendo en el zapato.

¿Qué sabes de ver agonizar a la gente por el oído?

Si el barro puede ser alimento

y el llanto, el arte del alma.

Giuliano Milla,

(Lima, Perú, 1996) de la 8 de La Marina, Pueblo Libre.

autodidacta, psicólogo,

le interesa la filosofía y el para qué de su porqué.

escribe por resistencia. Ha participado en la coordinación de los Recitales de Miércoles en el 2016-2017.

Organizador de La Noche de Delirios (de la primera a la sexta). Tres poemas en Verboser Vol. 2.

Publicaciones en diferentes blogs y la revista digital Versoazul. Prepara una plaqueta pronta a publicarse.

 

 

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