Madre
Madre,
sé que esquivas las balas.
Que ayer recogiste con tus pequeñas manos
columpios oxidados en las tardes de rojo cielo
i vacío…
Conozco tu obsesión por los pobres
i los discapacitados i los ancianos, i el ceviche raído de la luna que rueda
por las baladas argentinas del Callao.