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Madre
Madre,
sé que esquivas las balas.
Que ayer recogiste con tus pequeñas manos
columpios oxidados en las tardes de rojo cielo
i vacío…
Conozco tu obsesión por los pobres
i los discapacitados i los ancianos, i el ceviche raído de la luna que rueda
por las baladas argentinas del Callao.
Sé que quisiste adoptar un niño
y le pediste que firmara un documento
para que pueda –ultra petita– jugar con muñecos de trapo.
Madre, eres una yegua o un caballo celeste durmiendo en el galope
¡No te quiero ver en ningún hipódromo! ¡Ni masticando alfalfa!
Sino, batiendo las alas tristes de tu cuerpo
contra el fuego de la dureza hipócrita de las cárceles de carne.
Madre, los infinitos ya no alcanzan en tu carterita crochet
ni en tus jeans rotos,
ni siquiera te sirve un tatuaje en el brazo.
¡Ve a bailar con Saturno! Y recoge,
en la bolsa del mercado, estrellas, para mi marzo, doce.
Ya no cocines, ni alimentes siquiera a moribundos
no des de lactar al silencio
y sí a mi hermana desaparecida
que esculpí con un pedazo de papel.
Mi hermana
Las células de ese cuerpo
cantan el BigBang
las flores hacen cosmogonía de yeso
mi hermana que no nació, es una constelación
que duerme en los sueños de mis risas tristes
ella es la niña morena jugando con el polvo
en medio de una sala blanca y agresiva
viniéndome a buscar en mi silencio
cortando el pasto venenoso de mi alma
cepillando los dientes iracundos que muerden mi nombre
ella sabe tararear el beso
deja que las hormigas caminen en los ceniceros
i los cigarros viejos los utiliza para hacer perfume
Yo hubiera querido que mi hermana salte conmigo
y ruede en los abecedarios eternos
que vayamos juntos por libros empolvados en Cercado
i que traviesa atraviese con chicle, las páginas rotas
tengo una página vacía, con cuerpo de niña
un lápiz negro con mejillas tiernas
y no me conformo no poder encontrar ni en el caño su llanto
¿Quién elige y reparte el desamparo? La sopa está caliente
i mi hermana nunca ha despertado.
Marginal-es
¿Qué sabes tú
si ese columpio, el carpintero lo hizo roto, para que
cuando llegue el momento de bambolearnos
pensemos solo en el fracaso,
en la destrucción, en lo imperfecto, lo roto,
lo abyecto…
En niños enfermos que no pueden caminar, en madres
enfermas que no pueden ser mamás, en policías desnudos
que no saben disparar y en balas podridas que no conocen su disparo?
¿Qué sabes tú
de tomar leche del cielo, de las hojas blancas,
del algodón, de cerrar los ojos y jugar a la comida? ¿QUÉ SABES?
¡TÚ NO SABES NADA!
No sabes estar roto,
no conoces qué es caminar con la inquisición en la suela de mi suelo, zapato
o dormir con los sueños envueltos en hambre ,
clavos, instrumentos punzocortantes
taladros que perforan la cabeza
en perseguirte a ti mismo incesantemente llorando el rastro
y muriendo en el zapato.
¿Qué sabes de ver agonizar a la gente por el oído?
Si el barro puede ser alimento
y el llanto, el arte del alma.
Giuliano Milla,
(Lima, Perú, 1996) de la 8 de La Marina, Pueblo Libre.
autodidacta, psicólogo,
le interesa la filosofía y el para qué de su porqué.
escribe por resistencia. Ha participado en la coordinación de los Recitales de Miércoles en el 2016-2017.
Organizador de La Noche de Delirios (de la primera a la sexta). Tres poemas en Verboser Vol. 2.
Publicaciones en diferentes blogs y la revista digital Versoazul. Prepara una plaqueta pronta a publicarse.