Elmer Ruddenskjrik y María Larralde entran en escena después de que el telón se levantara con lentitud al son de unos estruendosos aplausos. Una mesa de madera y dos sencillas sillas, enfrentadas al público tras ella, es cuanto se descubre en el escenario, iluminado por un solo y potente foco central, proyectado justo desde encima. Ambos toman asiento, primero María, en la silla hacia la derecha respecto al público, Ruddenskjrik en la izquierda (no sin antes tropezar con sus propios pies contra las patas de la silla al retirarla un poco). Tras unos minutos de silencio en que nadie parece tener ganas de decir nada, Elmer se arranca a hablar.