Lo que tienen en común estos cuentos,  y hace especial su recopilación, es que el horror no viene representado por los elementos externos, sobrenaturales o no, que acosan a sus protagonistas. Si bien en algunos de estos relatos se suceden hechos inquietantes por absurdos y extraños, e incluso horrorosos por violentos y grotescos, el verdadero terror es el de hacernos partícipes de los asfixiantes sentimientos de tristeza, impotencia, frustración y obsesión malsana que la autora arroja contra el lector, en algunos de ellos, con la fuerza de una catarata caudalosa y continua.