La verdad es que las terapias psicológicas, y aún psiquiátricas, pueden fundamentarse en las ideas más absurdas. Por ejemplo, en aquellas frases trascendentes que después se hicieron refranes al estilo de No hay mal que no venga por bien (El Criticón III 206) o Si me quebré el pie, fue por bien (La Celestina VII 245). Y de ellas se han originado muchas variantes como: Cuando una puerta se cierra, ciento se abren; No hay daño que no tenga apaño o Por uno que se pierde, diez aparecen…