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Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary shelly. Parte II

Breve análisis sobre los personajes por María Larralde

 Desde mi punto de vista hay, en esta novela, dos tipos generales de personajes: los personajes anclados en la sociedad tradicional / personajes representantes de la sociedad moderna.

Los personajes anclados en el romanticismo podríamos decir que son unos seres cándidos, leales, sinceros… menos Frankenstein y Walton. Es decir, Clerval, Elisabeth, el padre de Víctor… no son personajes de una sociedad moderna basada en el cientificismo, el pragmatismo y el materialismo. Me refiero a que todos tienen personalidades (y con personalidad me refiero a su forma de estar en el mundo) cuyas inclinaciones y moral tienen mucho más que ver con una época anterior a la modernidad: un ideal romántico y espiritual en Elisabeth; un ideal casi medieval en la personalidad de Clerval.

Pongamos el ejemplo de Clerval. Este es un joven amigo de Frankenstein. Un hombre que es fiel, un amigo ejemplar, incapaz de traicionar a Víctor. Por cierto, muy al contrario que Víctor, cuyo relativismo moral varía, aunque no lo diga, según sus propios intereses. Y, de igual forma, el padre de Víctor es un hombre de una forma de vida basada en la familia tradicional como valor supremo, aunque está impregnado por el nuevo relativismo y queriendo ser liberal, en su forma de educar a Víctor, logra crear un monstruo sin moral. Lo cual me recuerda que, en la actualidad, a la generación a la que nos han colgado la etiqueta de boomers nos ha ocurrido lo mismo. Nos criamos y educamos en una sociedad y en unas familias estructuradas, con una moral definida, clara y estable, pero la nueva sociedad nos ha inculcado y, en ocasiones, obligado a criar a nuestros hijos sin moral ni ética ninguna, con un relativismo intelectual y moral mucho más pronunciado que en el siglo XVIII. Pero siguiendo con los personajes de la novela:

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO de Mary Shelly. Reseña.Parte I.

UNA RESEÑA DE MARÍA LARRALDE

Esta obra, Frankenstein o El moderno Prometeo tiene tantas ideas inmersas entre sus letras que en una sola reseña es casi imposible lograr extraerlas todas. Sin embargo, intentaré hacerlo ordenadamente. Desgranando cada una de ellas de forma cronológica, conforme las encuentre durante la lectura. Por tanto, comenzaré por el breve prólogo. Un prólogo que desvela en muy pocas palabras la compleja y excepcional personalidad de esta escritora. En él se inscribe su declaración de intenciones y se esconden sus verdaderas ideas. En él la autora expresa claramente su apuesta por una concepción moderna de novela, dejando de lado el romanticismo propio de su momento histórico, dado que en el primer párrafo cita a Erasmo Darwin y sus trabajos en fisiología y anatomía como base para fundamentar la trama principal de su historia. Esto significa la incorporación de una novedad, una incorporación revolucionaria de la temática científica dentro de la literatura; y, sin embargo, propone a un mismo tiempo un conjunto de temas realmente esenciales y tradicionales, a saber: el amor, la familia, la amistad, la idea de hombre moderno, la idea de ciencia, la idea de Bien, la idea de humanidad… incorporando, entretejida entre todas ellas una personal expresión de queja, o grito callado, por la injusticia a la que las mujeres son sometidas en sus relaciones sociales, sobre todo, en sus relaciones con los hombres. Este rasgo distintivo, reivindicativo, pero ahogado, de ninguna forma existía en la novela romántica y gótica. La idea de la ética de los individuos frente a la moral social es otro de los grandes temas de la obra de Shelly. Pero, personalmente, aunque esta novela se enmarca en la Ciencia Ficción, prácticamente está considerada la primera del género, incorpora este importante hilo conductor o tema central, aunque no sustantivo, de la novela de Frankenstein. Es más bien un vehículo para plantear una crítica al prototipo de hombre que predomina en la nueva sociedad. Un hombre que deja de creer en Dios para pasar a ser él mismo un pequeño y caprichoso diosecillo falto de amor por su criatura, y por sus semejantes que, por supuesto, para él no son dioses.

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