Un relato de María Larralde

“Dedicado a una de las primeras víctimas forzosas de esta pandemia del pensamiento, el médico Li Wenliang.” 

Sacrificio Forzoso en iVoox

Ahora que parece que el aire es mucho más claro, que su transparencia nos deja, por fin, respirar, el remordimiento pudre mi alma. Según dicen algunos entendidos, el remordimiento es al hombre inherente, no por el solo hábito, sino por nuestra condición intelectual. Recordamos el pasado. No poder eliminar los recuerdos nos permite conformar nuestra identidad, pero nos incapacita para ser asociales. No solamente al mirar sus fotografías, las conversaciones de WeChat, o las capturas de pantalla que les pasé, sin el menor atisbo de prudencia, a mis colegas, lo recuerdo. También en mis sueños, cosa que no puedo controlar en absoluto, Li me visita y me mira, recordándome en agónica persecución lo que hice sin pensar. Y lo hice creyendo que hacía un bien. Sé que debí ser mucho más prudente. Sé que no tengo escapatoria de mí mismo, pero deseo escapar.