El espíritu del pueblo

Desde lo alto de un pedestal observo sobrecogido a la multitud ingente, escucho sus universales cánticos estremeciendo el mundo que ruge enfurecido por el clamor popular.

Desde lo alto de un pedestal, con mi mirada puesta en el infinito inconmensurable de la humanidad, imbuido por un éxtasis emergente de todos los corazones unidos por el mismo fin último.

Desde lo alto de un pedestal, creyendo que el mundo está bajo mis pies, ignorando la grandeza de los que no hacen acto de presencia.

Desde lo alto de un pedestal, sin diferenciar el tú del yo, el nosotros se ha convertido en un todo contra el resto de la humanidad.

Desde lo alto de un pedestal… pasé, en milésimas de segundos, a lo más bajo de la condición humana.

Y la vorágine de la multitud arrasó con mi cuerpo, con mi alma y con los mitos de nuestro mundo en su estampida siniestra para conquistar “lo más alto del pedestal”.