5 noviembre, 2024
PORTADA NEMESIS 4

Como uno de los más asiduos colaboradores de Historias Pulp, Alexis Brito Delgado es un escritor que se ha ganado nuestra admiración gracias a una narración honesta, liberada de artificios y que, pese a su intencionada frugalidad de palabras, se las arregla para ambientar escenarios, describir sucesos y transmitir sensaciones con una manera tan certera e intensa como lo es la incisión de la veloz bala de un rifle de francotirador Mosin Nagant.

La reseña de EL ÚLTIMO TEMPLARIO que encontraréis en este mismo blog os servirá como garantía de que la adquisición de esta nueva obra, NÉMESIS, está recomendada para cualquier lector que disfrute de las historias de aventuras y acción sin que el autor os aburra con una vacía pretensión de complejidad o profundidad en el modo de presentaros la historia. Alexis utiliza las menos de las palabras para detallar la acción, y cuando necesita hablar de las pasiones humanas o de la refrescante o deprimente belleza de la naturaleza, según las circunstancias, lo hace utilizando las más acertadas y concisas de las oraciones. Precisamente, esta facilidad que le da al lector para abandonarse al seguimiento de la historia es una de las que consideramos las mayores virtudes en común de sus relatos.

Volviendo a NÉMESIS, la nueva novela está ambientada en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, en la época en la que los nazis se han decidido a atacar a la Unión Soviética. La misión del protagonista, otro miembro más de la larga dinastía alemana de los Stark (como Wolfgang en EL ÚLTIMO TEMPLARIO, o Dorian en la saga de relatos iniciada con MENTE Y ACERO), es la de introducirse clandestinamente en territorio de los rusos para asaltar un castillo en el que se ha afincado un desertor alemán, habiendo secuestrado además a un científico de confianza de la mano derecha de Hitler, Heinrich Himmler.

Así es, en esta ocasión seguimos los pasos de un capitán del las fuerzas armadas de las SS. Un personaje que se nos presenta a mitad de un primer y terrorífico primer capítulo, en el que somos testigos de cómo los hombres de su unidad dan caza, con la ayuda de perros de la raza doberman, a judíos fugitivos que tratan de llegar a las ruinas de una ciudad devastada por la guerra que asola buena parte de Europa. A lo largo de varias páginas, se nos van presentando los distintos personajes, dándonos detalles de sus personalidades y de sus especialidades de combate, tal cual se nos representarían en una película o de cara a conocer sus habilidades en un videojuego. Mencionándolos de memoria, se encuentran los sanguinarios hermanos gemelos Mason, el forzudo Meyer, el nervioso y algo pusilánime médico adicto a la morfina de nombre Treser, el irónico Michael Konrad como el francotirador (mi favorito), Krauss como el disciplinado y obediente segundo al mando de la unidad; y, por fin, y revelándosenos a lo largo de la escena final del capítulo como un cruel y vengativo creyente en las paridas del III Reich, Johannes Stark, nuestro protagonista.

Es muy fácil leer este primer capítulo y terminar en un pequeño estado de turbación al descubrir que el personaje al que vamos a acompañar en toda la historia es una persona capaz de matar a sangre fría a personas indefensas, ejerciendo incluso horribles torturas sobre alguno por intentar, legítimamente, defenderse del exterminio. Pero esta es una historia de violencia extrema, y lo que está por llegar no es otra cosa que una lenta caída en desgracia de unas personas que han sido entrenadas para matar sin pensar. Johannes Stark recibe para sí mismo y su unidad la misión de Himmler con el estoicismo y el cinismo del que sabe que no tiene otra opción (dadas las veladas amenazas si se negaran a desempeñarla), y como lectores nos morimos de ganas por ver a estos despreciables y convencidos nazis por mostrar sus agallas y habilidades en un territorio tan hostil y desconocido como el de la frontera con el territorio de la unión soviética.

Sin embargo, se da una paradoja mientras la aventura se va desarrollando y complicando para ellos: tras descubrirlos como unas bestias inhumanas, unas máquinas de guerra programadas para matar sin pensar, vamos encontrando que se va despertando en nosotros algo parecido a la camaradería. No sé si esto es resultado del “buen rollo” que se traen entre sí los miembros de la unidad de Stark, o si se produce por hacernos partícipes tan cercanos (casi con la sensación de que una cámara de reportero, al estilo documental, los va siguiendo), de los duros esfuerzos y penurias por los que tienen que pasar unos hombres que realizan estoicamente “su trabajo”, con la misma eficiencia y temple tanto si se trata de asesinar a sangre fría a personas inocentes e indefensas, como cuando es hora de luchar por la vida contra un enemigo mayor en número, emboscada tras emboscada. Es difícil no ver como héroes a unos hombres que no dejan de avanzar aunque se encuentran, cada vez más, con la sangre y la mierda al cuello.

Esto mismo se acaba aplicando en menor medida, diría, al protagonista. La narración se va adentrando más y más en la psique de Johannes Stark al mismo tiempo que su unidad al mando se va adentrando en la Unión Soviética, y acabamos por descubrir que el alemán, como lo distingue el propio autor a lo largo de la novela, había sido un joven, voluntarioso y fanático soldado al que en el momento de la lectura le ha sobrepasado el hastío y la indiferencia ante los continuos horrores de la guerra. En su interior se ha vuelto cínico, y desprecia en secreto a sus mediocres líderes del partido nazi. Al mismo tiempo se tortura ocasionalmente por las atrocidades cometidas en nombre de la grandeza de Alemania, y los remordimientos por las malas y fanáticas decisiones de su juventud parecen volver su voluntad errática e impulsiva.

Esto hace que el protagonista, para mi percepción, acabe siendo casi más despreciable que sus subordinados; al no saber qué piensan y cómo han acabado como soldados, su situación parece algo más inconsciente, más cercanos a los perros que azuzaban contra los judíos en el primer capítulo que a personas que, voluntariamente, han elegido una vida de fanatismo: los hermanos Mason parece que solo les importa seguir juntos, y que están convencidos de que así podrán enfrentarse a cualquier cosa; Konrad, el francotirador, es alguien que tiene una habilidad especial a la que puede sacar mejor partido en la guerra, mostrándose cínico respecto a la causa y maneras negligentes de proceder de sus superiores; Treser es un médico adicto a la morfina, que vive constantemente debatido entre la fiebre de la adicción y la anestesia que le proporciona cada inyección; Meyer es un hombretón que parece sentirse realizado al desempeñar hazañas casi sobrehumanas durante las batallas; y, finalmente, Krauss, es un sargento dedicado por completo a la obediencia y la eficiencia. Es imposible creer que cada uno no tenga sus propios demonios y contradicciones dolorosas, pero al no quedar reflejadas en la narración no llegan a resultar tan patéticos y despreciables como parece el protagonista, sobre todo teniendo en cuenta que todos son nazis más o menos convencidos, y que es muy difícil ponerse en el lugar de ninguno de ellos.

Este Stark acaba convirtiéndose en un paria espiritual y terrenal, como lo fue en su momento su pretérito templario, Wolfgang. Su camino es de todo menos ejemplar, pero acaba en una situación muy parecida, sin saber si se merece una vuelta a la normalidad, no viendo nunca el fin de su camino de soldado y asesino, y temiendo, más que otra cosa, no tener nadie más a quien matar. Podría parecer que este Stark es una persona mucho más perdida y mezquina que los demás de su saga familiar, pero nada más lejos. Es otro hombre hecho para matar, un ser de una estirpe que, aunque se salta algunas generaciones, tiene en su propia sangre la sed de la de los demás, y que, mejor que ningún otro, ha encontrado su lugar en mitad de la guerra más grande y del lado que más le conviene a la hora de dar rienda suelta a su ferocidad.

No quiero desvelar nada de la trama que debéis descubrir por vosotros mismos, pero os adelantaré que el libro es una golosina para cualquier fanático de la Segunda Guerra Mundial, y que se utiliza mucha jerga en versión original de alemán, ruso y hasta en judío (creo recordar), todo ello aclarado en anotaciones a pie de página. Además se nombran muchas armas y vehículos de la época, y las detalladas y trepidantes escenas de acción nos permiten imaginarlas en funcionamiento tal cual que si viéramos una buena peli bélica. Las escenas de acción, aunque no se recrean en exceso en los detalles sangrientos, son contundentes y brutales, un reflejo espectacular de la furia y crueldad de la que es capaz la raza humana.

¿Es todo perfecto en esta nueva obra de Alexis? Bueno, ahí entran los gustos de cada uno. Quizá el final es demasiado abierto (lo que me lleva a pensar a que sabremos más de Johannes Stark), y quizá alguno pueda pensar que pararse a leer las anotaciones a pie de página puede ser farragoso, pero no es mi caso. En cambio, encuentro que el primer capítulo se vuelve un poco lento y confuso, a pesar de ser la descripción de una matanza. ¿Por qué? Empieza bastante bien, pero pronto empiezan a sucederse escenas muy cortas que describen brutales ataques de la unidad Stark contra los fugitivos judíos, y son pequeños espacios con descripciones muy cortas o diálogos entre los protagonistas. Aún no los conocemos, y es difícil seguir el hilo de quién es quién y qué está haciendo en qué momento. Y no porque esté mal escrito, ni mucho menos, pero parecen escenas y diálogos algo descontextualizados, y al principio es difícil quedarse con la presentación de tantos nombres distintos y tan seguidos.

Me paro a explicar esto porque a un lector sin expectativas quizá le pueda parecer que el inicio se está haciendo largo y difícil de seguir, pero os aseguro que es algo que se da durante tan solo un par de páginas, y vale mucho la pena continuar para disfrutar del resto de la novela.

Por otro lado, creo muy importante señalar la valentía de Alexis o cualquiera que se atreva a contar la historia de los malos, usándolos de protagonistas. Hay muchas historias de nazis que traicionan a los suyos o que trataron de detener la locura de Alemania en aquel entonces, pero no tantas que nos pongan a caminar hombro con hombro con los verdaderos villanos de una historia. Los sufrimientos de Stark no dejan de ser los propios de cualquier ser humano, y no creo que se usen en la novela para justificar sus acciones, sino como un reflejo de hasta qué punto puede una persona ser mezquina y malvada, en realidad. No es el tema central de la trama, pero casi diría que esta es la historia de un perturbado mental descrito de forma tan precisa como el de la novela MI ASCENSO, TU MUERTE, de Miguel Ángel Rosique, y que se vuelve, en algunas secciones un pequeño ensayo sobre la psicopatía, especialmente cuando habla de su familia, a la que recuerda siempre como si de visiones entre anestesia se trataran. Es decir, como parte de algo que no le había correspondido nunca experimentar.

Esperamos que os animéis vosotros mismos a disfrutar de esta novela de horror humano y acción, y que nos contéis qué os ha parecido.

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Datos de Alexis Brito Delgado

(Tenerife, 1980). Poeta, narrador, reseñista. Autor de las novelas
“Wolfgang Stark: El Último Templario” (Editorial Seleer, 2012), “Gravity Grave” (Palabras de Agua, 2014) y “Némesis” (Serial Ediciones, 2018).

Sus relatos y poemas aparecen publicados en I Antología Monstruos de La Razón, I
Premio Grup Lobher de Relato Temático 2009, Selección Poesía Erótica Canaria 2013, Steam Tales: Antología Steampunk, Action Tales: Antología Pulp, Blue Bayou y otros relatos negros, Western Tales y Action Tales 2: Antología Pulp.

Página web: https://alexisbrito.blogspot.com.es

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