5 noviembre, 2024
Hombre pez portada definitiva

 

 

Cayó en el lago escaso de peces haciendo un gran estruendo y levantando tal cantidad de agua que llegó a la altura de los edificios. El hombre se paró en el puente, y se lanzó. Decidió acabar con su vida tirándose a las aguas del lago.

Un bagre nadaba con sus grandes bigotes y su cabeza chata en las aguas del lago. La piedra o meteorito cayó cerca del hombre que acababa de fallecer, y del bagre. Este se desmayó. 

Repentinamente, tomó una gran bocanada de aire.

—Pero, ¿qué sucede? ¡respiro en el agua!!

Trató de tocarse la cara con una de sus manos, no lo consiguió.

—¡Dios mío, tengo aletas! ¡puedo nadar! ¡no puede ser, me convertí en un pez!

Nadó por el lago. Podía nadar lentamente o a gran velocidad, nadó hacia el fondo del lago. Un escalofrío recorrió su cuerpo, ahora de pez. En el fondo del lago, divisó su cuerpo de humano.

<<¿Pero qué ocurrió aquí?>>

Antes de exhalar el último suspiro pudo ver una gran luz. Como algunos dicen que ven las personas cuando mueren: “caminan hacia la luz”. Su mente lo asoció con eso.

 

Curtis, es un hombre feliz ¿qué más puede pedir? Una esposa preciosa, Yamilet, un hijo de 3 años, Carlitos, que le roba el corazón, y una hermosa casa en una  zona residencial.

Hay algunos compañeros de trabajo que comentan que el sueldo de policía no da para vivir en una mansión con todas las comodidades y una camioneta último  modelo. Él responde diciendo que ellos no tuvieron un tío que les dejara una herencia.

 

 

Atardecía, nadó hacia la orilla cuando tocó tierra. 

¡Oh, no se transformó en hombre!

Se miró, estaba desnudo. Tocó su cara.  ¡Tenía unos bigotes como de bagre, y su cara era achatada! Regresó de nuevo  al agua…¿Qué sucedió?

Nadó hasta el fondo de la laguna.  Allí había una gran roca y el agua a su alrededor estaba tibia.

<<Es un meteorito.>>

No comprendía cómo tuvo el poder de transformarlo en pez. Presumía que, si es verdad que tenemos espíritu, cuando murió este salió de su cuerpo y la explosión de la roca, cuando cayó en el lago, lo envió hasta el pez en que se convirtió.

 

No todo estaba bien  en la vida de Curtis.  Cuando comenzó en la policía se alió con unos narcotraficantes. Llevaba cinco años trabajando con ellos e intentó salirse del grupo, pero la respuesta fue: “ nadie se retira”.

Un vez lo fueron a buscar para una entrega pero él rehusó. Al otro día lo llamaron al comando.

Su casa ardía en llamas. Cuando lograron a apagar el incendio, dentro de la casa, estaban los cuerpos de Carlitos y de Yamilet. Buscó a los tres narcos y los mató. Luego se dirigió al lago, se colocó el cañón de la pistola en la boca y disparó pero se habían agotado las balas y se encaramó en la baranda del puente. Saltó.

 

Cuando anocheció salió del agua, cerca de unos contenedores de  basura. Había un indigente rebuscando en ellos.

—¿Tienes algo de ropa en tu carrito?

El hombre dejó de rebuscar y lo miró con los ojos agrandados por el susto. Quitó el tapaboca de su cara, y le dijo:

—Sí, tengo, ¡pero no me coma!

—Tranquilo, no te haré nada.

Le entregó un braga gris de mecánico, con caperuza o albornoz, y unos zapatos deportivos.

—¿Puedes darme el tapabocas?

—Tengo uno nuevo por aquí.

Le entregó el tapaboca.

—¡Gracias, te debo esta!

El indigente se sentó en un bloque de cemento, sacó una botella de licor, y se dió un gran trago.

Trataba de ser lo menos evidente posible pero tenía mucha hambre y entró a un restaurante. Su intención era pedir algo de comida. Dos tipos amenazaban con sendos cuchillos al dueño y a los trabajadores.

—¿Por qué no se van y dejan tranquilas a estas personas?

— ¿Y quién te invitó a ti, eres un superhéroe con tapabocas? ¡Ja, Ja, Ja, Ja!

Con una agilidad pasmosa los desarmó y los golpeó tan duro que ambos quedaron fuera de combate.

—¿Tienen cuerdas?

—Sí, aquí tenemos —dijo el dueño.  

Los ató fuertemente. Luego se dirigió al dueño del local.

—Llame a la policía, amigo. Estarán un tiempo en la cárcel. Perdone, pero tengo hambre y no puedo pagar.

—¡No se preocupe amigo! !Ey, preparen un pollo para llevar! ¡Gracias por evitar que nos robaran!

 Cuando se marchó con el pollo y un refresco, una de las muchachas que atiendía las mesas le dijo a otra.

—¿Viste que feo es?

—Sí, feito pero es un héroe. Salvó al restaurante,  y a nosotras, de que nos robaran y quién sabe de que más…

 

El Hombre Pez dejaba el lago solo por las noches. Algunas  personas cuando lo veían se espantaban, otras  se asombraban, y otras se mofaban. Los bigotes de bagre sobresalían del tapabocas. Evitaba los sitios iluminados. Solo se dejaba ver cuando iba al restaurante a buscar alimento, o cuando evitaba algún atraco.

Frecuentaba los callejones, sitios idóneos para los atracadores. Daba saltos prodigiosos, de hasta de 20 metros, y se subía a las azoteas de los edificios cuando observaba que  alguien iba a ser atracado. Entonces se lanzaba desde la azotea cayendo sobre los delincuentes para evitar el atraco.

Quienes cometían más atracos en la zona eran los consumidores de droga. Curtis o el Hombre Pez, (Catfishman) los amarraba, y recomendaba a las víctimas que llamaran a la policía.

Los periódicos hablaban del hombre feo, con cara de pez, y la policía quería echarle el guante porque violaba las leyes al convertirse en autoridad. Los narcos, lo querían atrapar porque los estaba dejando sin clientes.

Una vez, evitando un robo, le dieron un tiro en la espalda. Fue hacia el lago con pasos vacilantes, faltaban pocos metros para llegar al agua cuando cayó de bruces. Se arrastró y se sumergió en el líquido transparente y frío.

Una señora venía por la calleja y dos dos tipos le salieron al paso.

—Denos la cartera o la matamos.

Una figura con un mono gris y con un tapabocas cayó del cielo con gran agilidad, tomó a los asaltantes y les rompió el cuello. Hecho esto se fue por el callejón dando grandes saltos y perdiéndose en la oscuridad de la noche…        

 Corrección y edición María Larralde.          

 

 

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