9 octubre, 2024

Poniéndonos al día con buena parte del material que nos traslada Yessika María, una colega que contó con nosotros para dar a conocer sus textos desde el año pasado, tenemos que anunciar un cambio de rumbo drástico en Historias Pulp.

En Historias Pulp, como autores independientes, hemos afrontado con entusiasmo desde 2015 la ponderación de la literatura de autores tan desconocidos y disidentes como nosotros mismos, personas que, aunque no viven de la literatura en realidad, demuestran una dedicación, talento o, incluso a veces, una unión de ambos que los hacía tan meritorios de ser leídos como nosotros mismos.

Sin embargo, casi sin darnos cuenta, se produjo en este tiempo una terrible paradoja: la de que el escaso tiempo que podríamos dedicar a estos asuntos de las letras era casi obligado invertirlo en proyectos ajenos. Y siempre por amor al arte, es decir, sin cobrar nada a nadie, tratando de adaptarnos a los intereses de cada autor y poniendo todas las ganas y capacidad.

Hemos decidido dejar de sufrir el que el Doctor Svenderenger ha denominado el Síndrome de Lovecraft, un mal que en algún momento crió en el famoso autor por medio de su amor a las letras, y consistente en un discreto escarnio como autor por parte de colegas que recurrían a él para aprender a escribir, y alzarse como autores reconocidos. El resultado ya lo conocemos, toda vez que, aunque hoy en día sea celebrado y explotado, no son pocas las voces que esgrimen la idea de que no sabía escribir. El maestro al que muchos recurrían, no sabía escribir.

Tenemos los mismos lectores ahora que antes de empezar con Historias Pulp, y este proyecto apenas ha servido para más que devastar esfuerzos y tiempo en aventuras ajenas. Cada segundo invertido ha valido la pena y ha supuesto a partes iguales diversión y orgullo del resultado, pero somos escritores, fundamentalmente, y tenemos demasiado material olvidado, y mucho más, por increíble que parezca, por sacar adelante.

En Historias Pulp vamos a dedicar a partir de ahora nuestro tiempo y esfuerzo a escribir y editar para nosotros. ¿Cuál será la diferencia con respecto a nuestra trayectoria hasta ahora? Poca, creo yo, pero vamos a ser más felices.

Ahora, os dejamos con los textos de la amiga Yessika. Esperamos que sepáis disfrutarlos, pulperos.

Y ahora… ¡que comience la función!

Entre las cortinas

María recorrió las frías calles de la ciudad con la ilusión de encontrar a Leonel, su marido. Su búsqueda sería en vano ante el torrencial otoño que se había llevado los besos y las caricias del amor de su vida. Nunca pudo comprender en qué momento se encontraban tan distanciados frente a los sueños, esos que años atrás los unieron. 

Las consultas con el psicólogo no funcionaron y Leonel seguía agrediendo su frágil rostro, delgadas piernas y dulces brazos, ante el llanto liberador de las noches en que solía descansar el atormentado corazón de María. Tras la pérdida de su empleo, Leonel comenzó a agredir a María, quizás buscando un culpable a su frustrada pérdida laboral. Frustración a la que se sumaban los hijos que nunca llegarían, aunque ella acudiera cada mes al ginecobstetra con la fantasía de hallar una solución a su problema, que se prolongaba porque el estrés de Leonel no ayudaba a que sus tristes espermatozoides se encontraran con los soñadores óvulos de María.

Aquella mañana, ella ingresaría a la ducha como de costumbre, notando en el espejo que su cuerpo estaba más delgado y sus ojos grises perdidos en la nostalgia del ayer, que se habían ido entre golpes y malas palabras. No soportaría más los malos tratos de su marido, aunque en días anteriores estos se habrían ido por las ventanas. Volvieron a hacer el amor como dos amantes clandestinos que juegan entre besos y caricias de los tristes inviernos. El himno de palabras celestiales que sonrojaron sus tristes mejillas recordó que aún había amor. El amor que existía sólo venía de su parte, él saciaba sus instintos con dulces palabras.

Empezaba a comprender que el amor se había esfumado no sólo de parte de su marido, sino que esta vez había muerto en ella, que deseaba el divorcio. Al ingresar a la habitación y verla completamente desnuda él insistió en una mañana de lujuria al lado de su mujer, quien esta vez manifestó su rechazo. Sentándose en la cama, le pidió a su esposo el divorcio, contándole que el amor entre ellos se esfumó entre los golpes, malas palabras y frustraciones. Perdido en esas palabras, Leonel se negaba aceptar lo que su mujer manifestó, pero no pudiendo negar la situación que atravesaban, aceptó el divorcio.

Un 8 de un mes que no quiso recordar la bella María, la bibliotecóloga de la estación del sur firmó el divorcio entre las cortinas de una nueva vida que la esperaban en los cantos de la luna de la libertad.

Fin

Las ventanas frías

Me desperté en la mañana inquieto. Sus vestidos estaban en el sofá y recordaron la fiesta que vivieron nuestros cuerpos. No podía olvidar que en la noche recorrí las cicatrices danzando en su vientre que no florecerá esperando un retoño nuestro, eso me entristecía. Los años habían transcurrido, no volveríamos a ser aquellos chiquillos que nos conocimos en la escuela. Éramos dos adultos que elegimos unos caminos en los que nuestros hijos eran de otras raíces. El alcohol quizás logró que perdiéramos la cordura e hiciéramos el amor como dos amantes en busca del consuelo ante el fracaso de la primavera que salía por esas sabanas, que ahora eran témpanos de hielo.

Ingresamos a la ducha de ese hotel que rememoró nuestras tardes en mi casa. Esas tardes en las que venía a casa con la ilusión que la química, física y geometría, iluminaran a su loco cerebro. Milagro que nunca ocurrió, me pegaba como un bebé a sus pequeños pechos y veía el origen de las estrellas que sonrojaban mi pálido rostro. Soñando que en el mañana seríamos uno solo, unos viejos, recordando estos días con nuestros nietos. Pequeños que no vendrían de nuestra unión, y nuevamente mis ojos se nublaban. Sus manos recorrieron mis frías mejillas y sus besos recordaron que nuestro amor sería eterno.

El reloj indicó que era tiempo de partir a nuestro presente y entre lágrimas nos fuimos. Ha pasado un mes desde que nuestros corazones y cuerpos jugaron a ser uno, no la volví a ver. Las ventanas frías de mi estudio fotográfico cantaron que nuestro amor era una ilusión del ayer.

Fin

Una noche fría

Hemos estado hablando de las cicatrices que ha dejado mi ausencia en Clara. Ya no desea que tengamos una casa a las afueras de la ciudad, una tienda de dulces, y tres hijos. Desea que nos separemos y volver a iniciar sus estudios de arquitectura, ha dejado de amarme. Lloro como un niño desconsolado antes sus palabras frías y le he suplicado que todo volviera a ser como antes, sólo deseo una oportunidad. 

Al ver mi desolación, de sus ojos negros han salido tantas lágrimas, pero me recuerda que estás son de decepción, hubiese querido ver esto años atrás. Tomó sus vestidos, sus libros, sus hebillas, y los ha guardado en su maleta, se irá.

En una noche fría se derrumbó mi vida, y Clara ha dejado de ser mi señora, que alegraba mis afligidos días de economista.   

LOS NADIES, ENTRE VERSOS

(Recopilación de poemas)

A mi madre, mi sol en días de invierno.

Amelia

¡Qué nostalgia tan infinita, qué nostalgia inmensa de contemplar tantas cosas!… ¡De soñar, de soñar!…

De soñar, que mañana Amelia vuelva a casa, tu ternura que me acompañó siempre…

Yo era un muchacho, muy joven…

Tú llegabas amor mío,

 De la calle a nuestro hogar,

Te besaba…  Y siempre mi esposa, tan hermosa

Y tan  dulce como las mañanas de abril, que te llenaba de mimos.

Tú cantabas canciones de amor…

Yo pasaba lindos ratos escuchándote,

Sol mío.

¡Oh que afortunado!

Me dejaste, te fuiste al cielo…

He llorado tanto,

Y no encuentro consuelo flor de mi vida.

Mis años mozos, y mi vida

Grita: Amelia, Amelia, mi dulce

Amelia.

Himno al mar

Compañero de las nubes,

que juega con los amantes.

Amantes viajeros del tiempo, y los miedos

que llenan de frío, y rocíos

las ventanas del corazón.

Caminante de las noches,

noches frágiles embriagadas

de taciturnos marineros,

que danzan con las estrellas del cielo.

Entre bailes de barcos

¡El mar! Fue mi vida.

Los silencios

Con rayos del sol reluciente,

con un cielo azul enamorado…

Y colgando entre nubes y estrellas,

luceros han traído los silencios,

que adornan el tiempo.

Atracción

Atracción,

que navega entre rosas…

¡Ah! Rosas que juegan con mis ojos

voy lograr – ¡Oh enamorarlas!

con amor que consume mi ser,

y poder abrazarlas con el alma.

Atracción,

que me lleva a Saturno

entre cantos de ninfas

de mis rosas.

Ella

Entre cantos de flores

y la ausencia de la luna,

se ha quedado tu recuerdo

viviendo en cada rincón de mi vida.

Tú en la cita del café

que ofrece la plazoleta del Rosario,

y el ruido turbulento de los carros

entre cielos de mariposas.

Todo me habla de ella,

sobre los cantos de la nostalgia de mi corazón quebrantado.

Y la muerte

Caminamos entre senderos,

melancólicos y alegres.

Mirando el cielo gris y azul

de las tristes hojas de los árboles.

Se pierden los rostros del amor.

Y la muerte,

inaugura su presencia.

Los nadies

No miran de lado,

no se educan entre clichés absurdos.

No navegan,

entre sonrisas efímeras y abrazos fríos.

No tienen casas,

porque el dinero no alcanza.

Los nadies,

caminan entre lluvias y calles,

esa es la vida.           

América fantasmal

A fragmentos se recuerda tu historia,

caminantes de fronteras lloran tus pasos

que se conmemoran entre sangre, hambre, y desolación.

¡América fantasmal!

Hay voces de ensoñación

entre tus suelos

que tejen mares, y paisajes

de la luna.

¿Cómo era mi amor?

Mi amor era sencillo como el agua.

Como los girasoles del sol.

Como el ruiseñor en la ventana.

Como las palomas en las plazas.

Era como el viento en la tarde.

Como el juego de los niños.

Como las fresas en el campo.

Una noche,

a pesar de ser tan simple mi amor

ella, lo dejó partir.

Cosechando

Rincones bañados de sueños

que las estrellas llenan

con dulces manzanas.  

Manzanas que son trozos de mi infancia

que se va entre los años,

cosechando recuerdos.

Encanto

Ella me encantaba, ella me atraía

sus labios carmesí, su sonrisa, y sus historias.

frágil como las rosas, y alegre como el día,

que iluminan las esmeraldas de sus ojos.

Toda ella es un encanto

¡Pero las rosas tan bellas!

No alcanzan manos tan ordinarias como las mías.

¡Mi encanto! Se ha ido,

a recorrer estrellas en la noche.

Infancia mía

Entre chicles,

trenes y golosas

te vas.

Las muñecas y los peluches,

han llorado tu ausencia

que teje recuerdos.

Te fuiste,

he dejado de ser la niña del viejo

 infancia mía.

El teléfono

Tan frío,

y distante trae tu voz

que se marchó en el otoño.

Trae palabras,

que mi corazón no entiende

eres tan anhelado como el agua.

El teléfono,

puente de nuestro distanciado

amor.

Tarde profunda

Entre cantos de gaviotas

se arruina mi alma,

que anhela tu regreso  como

un niño de la escuela.

Te he pedido que vuelvas

y no lo anhelas,

que tarde tan profunda

la que esfuma mi vida.

Las estrellas

Luminosas y serenas,

alumbran el dulce cielo

que despejan las nubes

taciturnas.

Entre luceros

Cupido que planea

encuentros amorosos

entre Venus y Marte.

La estrellas,

¡Tan bellas que son!

Que alegran mi acongojado corazón.

Rompimos cadenas

Hemos despertado y no me mira

Sus ojos están perdidos en la ausencia.

¡Me duele!

La he amado, quizás más que a mi absurda vida.

Intento hablarle, recordarle nuestros días del ayer.

No dice nada y algunas lágrimas

Han adornado sus rosadas mejillas.

Abrió la puerta, y se ha ido.

Rompimos cadenas

Y se desangra mi vida.

Entre las cortinas y otros textos, por Yessika María Rengifo Castillo

Varios relatos de desamor y una pequeña recopilación de poemas de Yessika María Rengifo Castillo.

“Entre las cortinas y otros textos” disponible en Lektu

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