8 diciembre, 2024
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Margaret Lucas nació en 1623 en Colchester, Essex. No recibió una educación formal en disciplinas como matemáticas, historia, filosofía y lenguas clásicas, pero tuvo acceso a bibliotecas académicas y era una ávida lectora. Comenzó a plasmar sus propias ideas a una edad muy temprana y, aunque en aquella época se consideraba indecoroso que una mujer fuera intelectual en público, podía serlo en privado en conversaciones regulares con su hermano medio…

Margaret Lucas Cavendish fue una filósofa, poeta, científica, escritora de ficción y dramaturga que vivió en el siglo XVII. Su trabajo es importante por varias razones. Una es que presenta una versión temprana y muy convincente del naturalismo que se encuentra en la filosofía y la ciencia actuales. También ofrece ideas importantes que influyen en debates recientes sobre la naturaleza y las características de la inteligencia y la cuestión de si los cuerpos que nos rodean son inteligentes o tienen una causa inteligente. Otra razón por la que el trabajo de Cavendish es importante es que anticipa algunos de los puntos de vista y argumentos centrales que se asocian más comúnmente con figuras como Thomas Hobbes y David Hume. También anticipa discusiones en el trabajo de filósofos contemporáneos, como David Chalmers y Colin McGinn, sobre si nuestra capacidad para comprender cómo piensa la materia es relevante o no para la cuestión de si piensa o no.

Archivo de la Enciclopedia de Filosofía de Stanford

Ahora tenemos la oportunidad de leer para vosotros esta novela que podríamos catalogar como extraordinaria por muchos motivos. Uno de ellos es la increíble libertad discursiva que nos envuelve desde su inicio. No es habitual, quizá por nuestra racionalidad estricta a la hora de hilar las ideas y las acciones, que las escenas sean vertiginosas a la par que exóticas. Las acciones pasan porque sí, aunque cuando vas entrando en el mundo resplandeciente comprendes que todo tiene una lógica interna, como en la vida real. ¿Acaso sabemos lo que pasará dentro de unos minutos? Realmente no. Solo predecimos el futuro en base a nuestra experiencia del pasado. Pero si cambiáramos de reglas, si el mundo cambiara repentinamente de leyes, podríamos vivir en otro mundo y no sabríamos lo que nos espera a la vuelta de la esquina, ni siquiera en nuestra propia casa. Tanto más, si emprendiéramos un viaje hasta el límite de nuestro mundo donde todo, repentinamente, se transformaría en otro tan distinto como el que Margaret Cavendish imaginó y creó.

Y ahora ¡que comience la función!

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