Margaret Lucas nació en 1623 en Colchester, Essex. No recibió una educación formal en disciplinas como matemáticas, historia, filosofía y lenguas clásicas, pero tuvo acceso a bibliotecas académicas y era una ávida lectora. Comenzó a plasmar sus propias ideas a una edad muy temprana y, aunque en aquella época se consideraba indecoroso que una mujer fuera intelectual en público, podía serlo en privado en conversaciones regulares con su hermano medio…
Ahora tenemos la oportunidad de leer para vosotros esta novela que podríamos catalogar como extraordinaria por muchos motivos. Uno de ellos es la increíble libertad discursiva que nos envuelve desde su inicio. No es habitual, quizá por nuestra racionalidad estricta a la hora de hilar las ideas y las acciones, que las escenas sean vertiginosas a la par que exóticas. Las acciones pasan porque sí, aunque cuando vas entrando en el mundo resplandeciente comprendes que todo tiene una lógica interna, como en la vida real. ¿Acaso sabemos lo que pasará dentro de unos minutos? Realmente no. Solo predecimos el futuro en base a nuestra experiencia del pasado. Pero si cambiáramos de reglas, si el mundo cambiara repentinamente de leyes, podríamos vivir en otro mundo y no sabríamos lo que nos espera a la vuelta de la esquina, ni siquiera en nuestra propia casa. Tanto más, si emprendiéramos un viaje hasta el límite de nuestro mundo donde todo, repentinamente, se transformaría en otro tan distinto como el que Margaret Cavendish imaginó y creó.