Un relato de María Larralde
EL HOMBRE BIDIMENSIONAL
Érase una vez un hombre que no vivía en un relato.
Su no vida era bidimensional y todo giraba en torno a las mismas circunstancias, una y otra vez. Circunstancias que él no entendía pero ni falta que le hacía.
Un día una mujer leyó aquel relato en voz bien alta, sonora y pura voz de mujer. Entonces el hombre bidimensional cobró vida. Vida que él no discernía pero ni falta que le hacía.
Deambuló por ese nuevo lugar extraño para él, sonidos que bajaban y subían, y vio que no encajaba en el mundo humano. Así, repentinamente, se dio cuenta él. Entendió que no entendía pero ni falta que le hacía.
Nadie lo tomaba en serio, mas que literariamente hablando, claro, lo cual le entristecía profundamente, aunque ese sentimiento no encajaba con su falta de humanidad. Humanidad que no compartía pero ni falta que le hacía.
Porque en su planicie mental nunca había sentido más que lo que el relato marcaba y decía. Y decía que algún día un lector le daría pensamientos. Él pensaba que no comprendía pero ni falta que le hacía.
Sin embargo, el hombre bidimensional deseaba una relación verdaderamente humana, cercana y cálida… o eso se imaginaba. Algo que despertara su corazón de papel. Papel el suyo que no veía pero ni falta que le hacía.
Repentinamente sintió que unos dedos recorrían su piel, que unos labios rozaban su tez, que unos senos se posaban en él, que unas piernas rodeaban su abdomen y tiraban de él con tozudez. Sensaciones que en verdad no sentía pero ni falta que le hacía.
Descubrió que todo aquello le sentaba bien pero cuando la mujer terminó de leer el relato del hombre aquel, su vida dejó de ser, su pensamiento se hizo papel, su humanidad tinta negra otra vez y el hombre bidimensional quedó atrapado en su llano relato, encerrado en la nada de la plana eternidad… Eternidad que no entendía pero ni falta que le hacía.
1 septiembre 2020, María Larralde.