21 noviembre, 2024
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14. DE BELERIAND Y SUS REINOS

Esta es la hechura de las tierras a que llegaron los Noldor, al norte de las regiones occidentales de la Tierra Media, en los días antiguos; también se cuenta aquí cómo los jefes de los Eldar conservaron las tierras y de la alianza contra Morgoth después de la Dagor Aglareb, la tercera batalla de las Guerras de Beleriand.

En el norte del mundo, Melkor había levantado tiempo atrás Ered Engrin, las Montañas de Hierro, como cerca defensiva de la ciudadela de Utumno; y se erguían sobre los límites de esas regiones de frío sempiterno, en una gran curva desde el este al oeste. Tras los muros de Ered Engrin al oeste, donde retroceden hacia el norte, Melkor edificó otra fortaleza contra posibles ataques desde Valinor; y cuando regresó a la Tierra Media, como se ha dicho, habitó en las infinitas mazmorras de Angband, los Infiernos de Hierro, porque en la Guerra de los Poderes, los Valar, en su prisa por aniquilarlo en la gran fortaleza de Utumno, no destruyeron totalmente
Angband ni registraron los más profundos recovecos. Bajo Ered Engrin, Morgoth cavó un gran túnel que salía al sur de las montañas; y allí levantó unas puertas poderosas. Pero por sobre estas puertas y aun detrás de ellas hasta las montañas, apiló las torres tonantes de Thangorodrim, hechas con las cenizas y la lava de los hornos subterráneos, y las vastas escorias de la apertura de los túneles. Eran negras y desoladas y sumamente altas; y de sus cimas salía un humo oscuro y hediondo, que manchaba el cielo septentrional. Ante las puertas de Angband, una desolación de inmundicias se extendía hacia el sur por muchas millas hasta la ancha planicie de Ard-galen; pero luego de la llegada del sol, creció allí una abundante hierba, y mientras duró el sitio de Angband y las puertas permanecieron cerradas, asomaron allí unas cosas verdes, aun entre los pozos y las rocas quebradas de las puertas del infierno.

Al oeste de Thangorodrim se encontraba Hísilómë, la Tierra de la Niebla, pues así se la llamó en la lengua de los Noldor a causa de las nubes que Morgoth había enviado allí cuando acamparon por vez primera; en la lengua de los Sindar, que moraban en aquellas regiones, se la llamó Hithlum. Fue una tierra hermosa mientras duró el Sitio de Angband, aunque el aire era frío y el invierno muy crudo. El límite oeste era Ered Lómin, las Montañas del Eco, no lejos del mar; en el este y el sur, en la gran curva de Ered Wethrin, se alzaban las Montañas de la Sombra, frente a Ard-galen y el Valle del Sirion.

Fingolfin y su hijo Fingon dominaban Hithlum, y la mayor parte del pueblo de Fingolfin moraba en Mithrim, a orillas del gran lago; a Fingon se le asignó Dorlómin, que estaba al oeste de las Montañas de Mithrim. Pero la fortaleza principal se levantaba en Eithel Sirion, al este de Ered Weuirin, desde donde vigilaban Ard-galen; y la caballería de Fingolfin cabalgaba por esa llanura aun hasta la sombra de Thangorodrim; pues los caballos se habían multiplicado con rapidez, y las hierbas de Ard-galen eran ricas y verdes. Muchos de los progenitores de esos caballos provenían de Valinor, y eran un regalo de Maedhros como compensación por las pérdidas de Fingolfin, y habían sido transportados en barco a Losgar.

Al oeste de Dorlómin, más allá de las Montañas del Eco, que al sur del Estuario de Drengist se adentran en la tierra, se encontraba Nevrast, que en lengua Sindarin significa Costa de Aquende. Ese nombre se dio en un principio a todas las costas al sur del Estuario, pero luego sólo a aquellas que se extendían entre Drengist y el Monte Taras. Allí, por mucho tiempo, medró el reino de Turgon el Sabio, hijo de Fingolfin, rodeado por el mar y por Ered Lómin, y por las colinas que continuaban los muros de Ered Wethrin hacia el oeste, desde Ivrin al Monte Taras, que se levantaba sobre un promontorio. Sostuvieron algunos que Nevrast pertenecía más bien a Beleriand que a Hithlum, pues era una tierra más amena, regada por los aires húmedos del mar y protegida de los vientos fríos del norte que soplaban sobre Hithlum. Nevrast se alzaba en una hondonada, entre los grandes acantilados de las costas, más elevados que las llanuras de detrás, y no fluía allí río alguno; y había una gran laguna en medio de Nevrast, sin orillas precisas, pues estaba rodeada de anchos marjales. Linaewen era el nombre de esa laguna, por causa de la gran abundancia de aves que allí vivían, especies que amaban los juncos altos y los vados. A la llegada de los Noldor, muchos de los Elfos Grises moraban en Nevrast, cerca de las costas, y en especial en torno al Monte Taras, al suroeste; pues a ese sitio Ulmo y Ossë solían ir en días de antaño. Todo ese pueblo tenía a Turgon por su señor, y la mezcla entre los Noldor y los Sindar se dio allí antes que en ningún sitio; y Turgon habitó largo tiempo en esos recintos que él llamó Vinyamar, bajo el Monte Taras, a orillas del océano.

Al sur de Ard-galen, las grandes tierras elevadas llamadas Dorthonion abarcaban sesenta leguas de oeste a este; y había en ellas grandes bosques de pinos, especialmente al oeste y al norte. Levantándose poco a poco desde la llanura, llegaba a convertirse en una tierra lóbrega y alta, donde había muchos lagos pequeños entre peñascos, al pie de montañas desnudas cuyas cumbres eran más elevadas que las de Ered Wethrin; pero al sur, hacia Doriath, se precipitaba de pronto en abismos terribles. Desde las cuestas septentrionales de Dorthonion, Angrod y Aegnor, hijos de Finarfin, dominaban los campos de Ard-galen, y eran vasallos de su hermano Finrod, señor de Nargothrond; vivía allí poca gente, pues la tierra era yerma, y las altas tierras de detrás eran consideradas un baluarte que Morgoth no intentaría cruzar a la ligera.

Entre Dorthonion y las Montañas Sombrías había un valle angosto con laderas abruptas vestidas de pinos; pero el valle mismo era verde, pues por él corría el Río Sirion, que se apresuraba hacia Beleriand. Finrod dominaba el Paso del Sirion, y en la isla de Tol Sirion levantó en medio del río una poderosa torre de vigilancia, Minas Tirith; pero después de construida Nargothrond entregó esa fortaleza al cuidado de Orodreth, su hermano.

Ahora bien, las vastas y hermosas tierras de Beleriand se extendían a ambos lados del poderoso Río Sirion, de gran renombre en las canciones, que nacía en Eithel Sirion y bordeaba el filo de Ard-galen antes de precipitarse por el paso, cada vez más caudaloso con las aguas de las montañas. Desde allí fluía hacia el sur durante ciento treinta leguas, recogiendo las aguas de muchos afluentes, hasta que la corriente poderosa desembocaba en un delta arenoso de la Bahía de Balar. Y siguiendo el Sirion de norte a sur, a orilla derecha, en Beleriand Occidental, se encontraba el Bosque de Brethil entre el Sirion y el Teiglin, y luego el reino de Nargothrond, entre el Teiglm y el Narog. Y el Río Narog nacía en las Cataratas de Ivrin al sur de Dorlómin, y fluía unas ochenta leguas antes de unirse al Sirion en Nantathren, la Tierra de los Sauces. Al sur de Nantathren había una región de prados floridos donde los habitantes eran escasos; y más allá se extendían los marjales y las islas de juncos en torno a las Desembocaduras del Sirion, y en las arenas del delta no vivía ninguna criatura, excepto los pájaros del mar.

Pero el reino de Nargothrond llegaba también al oeste del Narog hasta el Río Nenning, que desembocaba en el mar en Eglarest; y Finrod fue con el tiempo el señor supremo de todos los Elfos de Beleriand entre el Sirion y el mar, salvo sólo las Palas. Allí vivían los Sindar que aún amaban los barcos, y Círdan, el Carpintero de Barcos, era el señor de todos ellos; pero entre Círdan y Finrod había amistad y alianza, y con ayuda de los Noldor se reconstruyeron los puertos de Brithombar y Eglarest. Detrás de los amplios muros se edificaron hermosas ciudades y desembarcaderos con muelles y malecones de piedra. Sobre el cabo oeste de Eglarest, Finrod levantó la torre de Barad Nimras para vigilar el Mar Occidental, aunque innecesariamente, como se vio luego; porque en ningún momento intentó Morgoth construir barcos o hacer la guerra por mar. El agua intimidaba mucho a sus sirvientes, y ninguno se acercaba a ella de buen grado, salvo que una dura necesidad lo exigiera. Con ayuda de los Elfos de los Puertos, algunos de los habitantes de Nargothrond construyeron nuevos barcos, y emprendieron largos viajes y exploraron la gran Isla de Balar, con intención de edificar allí un último refugio, si algún mal sobrevenía; pero el destino no los llevó a vivir allí.

Así, pues, no había reino mayor que el de Finrod, aunque él fuera el más joven de los grandes señores de los Noldor, Fingolfin, Fingon y Maedhros, y Finrod Felagund. Pero se tuvo a Fingolfin como señor supremo de todos los Noldor, y Fingon tras él, aunque no tenían en verdad otro reino que la tierra septentrional de Hithlum; no obstante, estos pueblos eran los más osados y valientes, los que más temían los Orcos y más odiaba Morgoth.

A mano izquierda del Sirion se extendía Beleriand Oriental; tenía una anchura de cien leguas desde el Sirion hasta el Gelion y los límites de Ossiriand; y antes, entre el Sirion y el Mindeb, se encontraba la tierra baldía de Dimbar bajo los picos de las Crissaegrim, morada de las águilas. La tierra de nadie de Nan Dungortheb separaba el Mindeb de las aguas superiores del Esgaldum; y había terror en esa región, porque a uno de sus lados el poder de Melian guardaba la frontera norte de Doriath, pero al otro los desnudos precipicios de Ered Gorgoroth, las Montañas del Terror, caían a pico desde lo alto de Dorthonion. Allí, como ya se dijo, había huido Ungoliant de los látigos de los Balrogs, y allí moró por un tiempo ocupando los barrancos con su mortal lobreguez, y allí todavía, después de que ella partiera, la prole inmunda acechaba y tejía grandes redes malignas; y las finas aguas vertidas desde Ered Gorgoroth se contaminaban y era peligroso beberías, pues las sombras de la locura y la desesperación invadían el corazón de aquellos que las probaban. Toda criatura viviente evitaba esa tierra, y los Noldor sólo atravesaban Nan Dungortheb si los acuciaba una gran necesidad, por pasajes cercanos a los límites de Doriath, lo más lejos posible de las montañas malignas. Ese camino había sido hecho mucho antes de que Morgoth hubiera vuelto a la Tierra Media; y el que viajara por él llegaría hacia el este al Esgalduin, donde en los días del Sitio todavía se levantaba el puente de piedra de lant laur. De allí avanzaría por Dor Diñen, la Tierra Silenciosa, y cruzando los Arossiach (que significa los Vados del Aros), llegaría a las fronteras septentrionales de Beleriand, donde moraban los hijos de Fëanor. Hacia el sur se extendían los bosques guardados de Doriath, morada de Thingol, el Rey Escondido, a cuyo reino nadie entraba, salvo que él lo quisiera. La parte septentrional, la menor, el Bosque de Neldoreth, estaba limitada al este y al sur por el oscuro Río Esgalduin, que se curvaba hacia el oeste internándose en la tierra; y entre el Aros y el Esgalduin se alzaban los bosques más densos y mayores de Refion. En la orilla austral del Esgalduin, donde éste se desviaba al oeste hacia el Sirion, se encontraban las Cavernas de Menegroth; y toda Doriath estaba al este del Sirion, salvo una estrecha región boscosa entre el
encuentro del Teiglin y del Sirion y las Lagunas del Crepúsculo. Los habitantes de Doriath llamaban a este bosque Nivrim, la Frontera Occidental; grandes robles crecían allí, y también dentro de la Cintura de Melian, de modo que cierta parte del Sirion, que ella amaba por reverencia a Ulmo, estaba enteramente bajo el poder de Thingol.

Al sureste de Doriath, en donde el Aros une sus aguas con el Sirion, había grandes marjales y lagunas a ambos lados del río, que detenía allí su curso y se perdía en múltiples canales. Esa región se llamaba Aelinuial, las Lagunas del Crepúsculo, porque estaba envuelta en neblinas, y el encantamiento de Doriath pendía sobre ella. Ahora bien, toda la parte septentrional de Beleriand descendía hacia el sur hasta este punto y luego era plana, durante un trecho, y el flujo del Sirion se demoraba. Pero al sur de Aelinuial la tierra descendía de súbito en una pronunciada pendiente; y todos los campos bajos del Sirion quedaban separados de los más altos por esta caída; y quien mirara desde el sur hacia el norte, creería ver una interminable cadena de colinas que venía desde el Eglarest, más allá del Narog al oeste, hacia Amon Ereb al este, que se alcanzaba a ver desde el Gelion. El Narog avanzaba entre estas colinas por una profunda garganta y fluía en rápidos, pero sin cascadas, y en la orilla oeste se alzaban las altas tierras boscosas de Taur—en—Faroth. En el lado occidental de esta garganta, donde la pequeña corriente espumosa del Ringwill se precipitaba en el Narog desde el Alto Narog, Finrod estableció Nargothrond. Pero a unas veinticinco leguas al este de la garganta de Nargothrond, el Sirion caía desde el norte en una poderosa catarata bajo las Lagunas, y luego se hundía súbitamente en múltiples canales subterráneos excavados por el paso de las aguas; y surgía otra vez a tres leguas hacia el sur con gran estrépito y vapores, y atravesaba los arcos rocosos al pie de las colinas llamadas las Puertas del Sirion.

Esta catarata divisoria recibió el nombre de Andram, la Muralla Larga, desde Nargothrond hasta Ramdal, el Fin de la Muralla, en Beleriand Oriental. Pero al este se iba haciendo cada vez menos abrupta, pues el Valle del Gelion descendía poco a poco hacia el sur, y en todo el curso del Gelion no había corrientes impetuosas ni cascadas, pero era siempre más rápido que el Sirion. Entre Ramdal y el n se levantaba una única colina de gran extensión y pendientes suaves, y aparentaba mayor poderío del que en realidad tenía, pues se encontraba sola; y esa colina se llamó Amon Ereb. En Amon Ereb murió Denethor, señor de los Nandor que habitaban en Ossiriand; ellos fueron los que acudieron en ayuda de Thingol contra Morgoth cuando los Orcos descendieron por primera vez en gran número y quebraron la paz iluminada de estrellas de Beleriand; y en esa colina habitó Maedhros después de la gran derrota. Pero al sur de la Andram, entre el Sirion y el Gelion, la tierra era salvaje, y estaba cubierta de enmarañados bosques, en los que nadie vivía, salvo aquí y allí algunos de los errantes Elfos Oscuros; Taur—im—Duinath se la llamó, el Bosque entre los Ríos.

El Gelion era un gran río; y nacía en dos fuentes y tuvo en un principio dos brazos: el Gelion Menor, que venía de la Colina de Himring, y el Gelion Mayor, que venía del Monte Rerir. A partir del encuentro de los dos brazos, fluía hacia el sur por cuarenta leguas antes de toparse con sus afluentes; y ya cerca del mar era dos veces más largo que el Sirion, aunque menos ancho y caudaloso, pues llovía menos en el este que en Hithlum y Dorthonion, de donde recibía el Sirion sus aguas. Desde Ered Luin fluían los seis afluentes del Gelion: Asear (que se llamó después Rathlóriel), Thalos, Legolin, Brilthor, Duilwen y Adurant, rápidas corrientes turbulentas que se precipitan desde empinadas montañas; y entre el Asear al norte y el Adurant al sur, y entre el Gelion y Ered Luin, se extendía amplia la verde tierra de Ossiriand, la Tierra de los Siete Ríos. Ahora bien, en el curso medio del Adurant, la corriente se dividía para luego volver a unirse; y la isla que las aguas cercaban se llamó Tol Galen, la Isla Verde. Allí moraron Beren y Lúthien después de su retorno.

En Ossiriand moraban los Elfos Verdes, protegidos por sus ríos; porque después del Sirion, Ulmo | amaba al Gelion por sobre todas las aguas del mundo occidental. Tal era la capacidad de los Elfos de Ossiriand para vivir en los bosques, que un forastero podría atravesar estas tierras de extremo a extremo sin haber visto a uno solo. Vestían de verde en primavera y verano, y el sonido de sus cantos alcanzaba a oírse aun a través de las aguas del Gelion; fue así que los Noldor llamaron a esa tierra Lindon, la tierra de la música, y a las montañas de más allá las llamaron Ered Lindon, porque las vieron por primera vez desde Ossiriand.

Al este de Dorthonion las fronteras de Beleriand estaban más expuestas al ataque, y sólo unas colinas de poca altura guardaban el Valle del Gelion desde el norte. En esa región, en la Frontera de Maedhros y en las tierras de más atrás, vivían los hijos de Fëanor con mucha gente; y sus jinetes cabalgaban a menudo por la planicie septentrional, Lothlann, vasta y desierta, al este de Ard-galen, por temor de que Morgoth intentara atacar Beleriand Oriental. La principal ciudadela de Maedhros se levantaba en la Colina de Himring, la Siempre Fría; y era ancha, desprovista de árboles y plana en la cumbre, rodeada de múltiples colinas menores. Entre Himring y Dorthonion había un paso, excesivamente empinado hacia el oeste, y era ese el Paso de Aglon, una puerta que llevaba a Doriath; y un viento crudo soplaba por él desde el norte. Pero Celegorm y Curufin fortificaron Aglon y lo sostuvieron con gran vigor, y también las tierras de Himlad al sur, entre el Río Aros que nacía en Dorthonion y su afluente el Celon, que venía de Himring.

Entre los brazos del Gelion se encontraba el fuerte de Maglor, y aquí las colinas desaparecían por completo; por allí entraron los Orcos en Beleriand Oriental antes de la Tercera Batalla. Por tanto los Noldor guardaban con grandes fuerzas de caballería las llanuras de ese sitio; y el pueblo de Caranthir fortificó las montañas al este de la Hondonada de Maglor. Allí el Monte Rerir, y muchas montañas menores alrededor, se destacaban de la cadena principal de Ered Lindon hacia el oeste; y en el ángulo de Rerir con Ered Lindon había un lago sombreado por montañas desde todos los lados, salvo el sur. Era ése el Lago Helevorn, profundo y oscuro, y junto a él moraba Caranthir; pero a todas las vastas tierras entre el Gelion y las montañas, y entre Rerir y el Río Asear, los Noldor las llamaron Thargelion, que significa la Tierra de más allá del Gelion, o Dor Caranthir, la Tierra de Caranthir; y allí fue donde los Noldor encontraron por primera vez a los Enanos. Pero Thargelion fue llamada antes por los Elfos Grises Talath Rhúnen, el Valle Oriental.

Así pues, los hijos de Fëanor bajo la égida de Maedhros eran los señores de Beleriand Oriental, pero su pueblo en ese tiempo se encontraba sobre todo al norte de la tierra, y hacia el sur sólo cabalgaban para cazar en los bosques verdes. Pero allí moraban Amrod y Amras, y no fueron mucho al norte mientras duró el Sitio; y también por allí cabalgaban a veces otros señores de los Elfos, aun recorriendo largas distancias, porque la tierra era salvaje, pero muy hermosa. De ellos Finrod Felagund era quien lo hacía con mayor frecuencia, pues amaba ir de un lado a otro, y llegaba aun a Ossiriand, y se ganó la amistad de ios Elfos Verdes. Pero ninguno de los Noldor fue nunca a Ered Lindon mientras el reino se sostuvo, y las noticias de lo que pasaba en las regiones del este eran escasas y llegaban tarde a Beleriand.

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