Aunque llavaba desde los doce años escribiendo ocasionalmente una gran e inacabada novela de aventuras de espadachines en una especie de mundo medieval, mezcla inexacta de la cultura de Japón y China, no fue hasta los dieciséis o diecisiete años que me dio por escribir esta historia. Tras Incidente, un relato de ciencia ficción que empecé después pero que terminé mucho antes, esta historia ha sido la segunda que he concluido.