Siguiendo con una serie de relatos dedicados a los Reality Shows Televisivos, en esta ocasión María Larralde nos ofrece una esperpéntica escena de una familia, madre e hijo cuarentón, que se preparan para ver Su programa favorito: “Torturas a lo bestia…”
Y ahora…¡que comience la función!
MI PROGRAMA FAVORITO
María Larralde
— ¡A las ocho lo echan, madre!
— Sí, ¡ya voy! ¿Preparo algo de cenar?
— Vale. Pero no te líes demasiado.
— No, Darío, tranquilo hijo, haré unos bocadillos fríos y con unas patatas fritas, bastará.
— Vale mamá.
— Ya estoy aquí. ¿Quién sale hoy?
— Hoy parece ser que van a aparecer concursantes sorpresa, pero no los del otro día que quedaron finalistas, y la verdad no sé por qué. ¿A qué vendrá este cambio repentino? Quería ver a Naiara en la mesa de torturas…está tan buena. Ver cómo soporta el dolor es tan excitante.
— ¡Qué cosas! Hacen lo que quieren. Y nosotros aquí como tontos. Si es que tenemos la culpa nosotros. Tenemos la culpa nosotros de que hagan estas basuras, ¡ya lo decía mi hermana! Naiara y Antón, esos dos merecen ganar ¡ya lo creo! Han sufrido, pero a base de bien. Él creo que perdió una pierna ¿no?
— Sí, sí… y no veas cómo sangraba. A mí me gusta este programa, pero me jode que me cambien las reglas así por que sí. Si han quedado finalistas ¡han quedado finalistas, joder! , y si están todavía sin recuperar, pues que se jodan, para eso van a forrarse. ¿No te jode?
— Sí, a mí también me gusta, pero porque lo veo contigo, en realidad es aburrido estar mirando desde casa a personas desconocidas y ver cómo sufren de esa manera. A veces me da hasta miedo verles sufrir. Pero bueno, si no hay más remedio.
— Mamá. ¡Cállate, joder!
— Oye, oye a ver si no voy a poder opinar en mi propia casa.
— Mejor te callas o te vas, nadie te obliga a verlo, a mí me gusta, no me fastidies el día ¡coño! ¡Ya está bien, jodida vieja de mierda!
— ¡Ey, Ey, Ey! ¡Esto sí que no…no… y nooo! A mí me respetas hijo de perra, eres un mal parido, un mamón, un degenerado y aquí me tienes, ¡apoyándote!, viviendo contigo todavía para ayudarte a salir adelante. Eres un inútil como tu padre. ¡Un verdadero sinvergüenza, vago asqueroso que se gasta el dinero en putas y en juego! ¡Te callas tú!
— ¡Paso, paso… o te vas o te meto una hostia que te mato! Vives conmigo porque me das pena, vieja inútil. ¡Siempre viviendo de los hombres, siempre dando sexo a cambio de no trabajar y ser una mantenida! ¡Primero papá y ahora yo!
— ¡Calla, que empieza!
— ¿Qué me callé? ¡Te callas tú degenerada, pedófila, abusadora de tu propio hijo desde pequeño! ¡Cállate túu!