Vivimos en un mundo en el que la gente despreciable se esconde en los recodos más seguros de las convenciones sociales. Pero llegará un día en el que los malvados no tendrán necesidad de ocultarse a la vista, en el que las expresiones de mezquindad y villanía no necesitarán ser reprimidas por el temor a ninguna clase de consecuencias. Por suerte, con ese tiempo, llegará el de personas que no dudarán en abrirles el cráneo a golpes contra el suelo, para dar fin a su carrera de irrazonable destrucción y dolor por donde pisan. Esta, es una de esas historias…