Dale Harvey, un autor cuya verdadera identidad bajo el seudónimo sigue siendo un misterio desde la década de los noventa, creó a Ládir como un reflejo opuesto en muchos sentidos a la heroica e indómita figura de Conan el Bárbaro.
Aquí, gracias a a la importante labor de investigación de Javier Sermanz, podremos recopilar las diferentes entregas de su peculiar personaje…
Índice
Ládir y el Alquimista
Ládir es un joven ladrón en una ciudad al borde del colapso, dominada por el delirio, donde las personas se matan unas a otras en medio de horrendas alucinaciones o presas de los más bajos instintos. Detrás de todo este horror está un siniestro alquimista con el que el Manos-ágiles se topa por casualidad, cuando huye de la pesadilla que le envuelve.
Ládir es un joven ladrón en una ciudad al borde del colapso, dominada por el delirio, donde las personas se matan unas a otras en medio de horrendas alucinaciones o presas de los más bajos instintos. Detrás de todo este horror está un siniestro alquimista con el que el Manos-ágiles se topa por casualidad, cuando huye de la pesadilla que le envuelve.
Ládir y las Cartas de la Suerte
En esta nueva entrega, algún tiempo después de enfrentarse al Pandemónium desatado por el anónimo alquimista loco de su anterior aventura, Ládir adopta, como nuevo miembro para la banda de pillos a la que pertenece, a un inexperto pero decidido muchacho de nombre Randor.
Junto a la nueva perspectiva que les proporciona la novedad de este nuevo compañero, el viejo buhonero que suele entretenerlos y tentarlos con fechorías de todo tipo con las que sacar algo para seguir malviviendo, les propone a todos un nuevo desempeño: algo, según dice el taimado anciano, que solo es propio de hacer por hombres hechos y derechos.
Un poco heridos en su orgullo, Ládir, Randor y los demás se proponen aceptar el encargo, con una serie de cartas dibujadas a mano por el buhonero, como toda ayuda. Unos objetos, que, según el anciano, les traerán fortuna en todo lo que se propongan…
En esta nueva entrega, algún tiempo después de enfrentarse al Pandemónium desatado por el anónimo alquimista loco de su anterior aventura, Ládir adopta, como nuevo miembro para la banda de pillos a la que pertenece, a un inexperto pero decidido muchacho de nombre Randor.
Junto a la nueva perspectiva que les proporciona la novedad de este nuevo compañero, el viejo buhonero que suele entretenerlos y tentarlos con fechorías de todo tipo con las que sacar algo para seguir malviviendo, les propone a todos un nuevo desempeño: algo, según dice el taimado anciano, que solo es propio de hacer por hombres hechos y derechos.
Un poco heridos en su orgullo, Ládir, Randor y los demás se proponen aceptar el encargo, con una serie de cartas dibujadas a mano por el buhonero, como toda ayuda. Unos objetos, que, según el anciano, les traerán fortuna en todo lo que se propongan…