
AKALLABÊTH. LA CAÍDA DE NÚMENOR en iVoox
El Akallabêth, que significa “La Caída” en adûnaico (la lengua de Númenor), es la cuarta parte de El Silmarillion de J.R.R. Tolkien y narra la historia del auge y la destrucción del reino de Númenor, un evento crucial en la mitología de la Tierra Media que tiene profundas repercusiones en los eventos de El Señor de los Anillos. Tras la derrota de Morgoth, los Valar, las potestades angelicales que custodian el mundo, recompensaron a los Edain, los hombres que lucharon a su lado, con una isla en el Gran Mar Occidental, entre la Tierra Media y las Tierras Imperecederas de Valinor. Esta isla fue llamada Númenor, y a sus habitantes se les concedió una vida mucho más larga que la de los demás hombres, aunque no la inmortalidad de los Elfos. Bajo el liderazgo de Elros, el primer rey (que tomó el nombre de Tar-Minyatur), Númenor prosperó. Los númenóreanos se convirtieron en grandes navegantes, artesanos y guerreros, expandiendo su influencia por la Tierra Media. Durante muchos siglos, mantuvieron una alianza con los Elfos y vivieron en paz y prosperidad. Con el tiempo, la larga vida de los númenóreanos, aunque extendida, comenzó a parecerles una maldición en comparación con la inmortalidad de los Elfos. Empezaron a envidiar a los Elfos y a resentir la prohibición de navegar hacia el oeste, a las Tierras Imperecederas, donde residían los Valar. Esta prohibición, conocida como la Prohibición de los Valar, se les impuso para protegerlos de la tentación de buscar la inmortalidad por la fuerza, algo que solo Ilúvatar, el Creador, podía conceder. En la Segunda Edad, Sauron, el principal sirviente de Morgoth, resurgió en la Tierra Media. Tras ser derrotado por la Última Alianza de Elfos y Hombres, fue llevado prisionero a Númenor. Sin embargo, en lugar de ser un prisionero sumiso, Sauron, mediante halagos y engaños, se ganó la confianza del rey Ar-Pharazôn y de muchos númenóreanos influyentes. Sauron sembró la duda sobre la bondad de los Valar y la veracidad de la Prohibición, argumentando que los Valar los mantenían alejados de la verdadera inmortalidad por egoísmo. Prometió a los númenóreanos que si adoraban a Melkor, el antiguo Señor Oscuro, obtendrían la vida eterna y el dominio sobre toda la Tierra Media. Bajo la influencia de Sauron, los númenóreanos abandonaron la adoración a Ilúvatar y se dedicaron al culto de Melkor. Construyeron un gran templo en Armenelos, la capital, donde realizaban sacrificios humanos. Ar-Pharazôn, convencido por Sauron de que podía arrebatar la inmortalidad a los Valar, reunió una gran flota y zarpó hacia el oeste, con la intención de invadir las Tierras Imperecederas. Cuando Ar-Pharazôn desembarcó en las costas de Valinor, los Valar invocaron a Ilúvatar. Éste intervino directamente, cambiando la forma del mundo. Las Tierras Imperecederas fueron separadas del resto del mundo, dejando de ser accesibles por mar. Al mismo tiempo, un inmenso cataclismo azotó Númenor: la isla se hundió bajo las olas, arrastrando consigo al rey, su ejército y a la mayor parte de su pueblo. Sauron, aunque su cuerpo físico fue destruido, sobrevivió como espíritu y regresó a la Tierra Media. Solo unos pocos númenóreanos, liderados por Elendil y sus hijos Isildur y Anárion, que se habían mantenido fieles a los Valar, escaparon a la destrucción. Navegaron hacia el este y fundaron los reinos de Gondor y Arnor en la Tierra Media, llevando consigo la herencia de Númenor y la esperanza de un futuro mejor, pero también la sombra de la Caída.