Un relato corto de María Larralde Grises y cargadas nubes entorno al cráter fulgurante tras el gran ojo atento impedían que fuera visto el jardín de Mordor. Ni siquiera el ojo de Sauron podía verlo. Quizá el Único no podía ni tan siquiera concebirlo por su insignificancia, porque el que no comprende no ve. Quizá era el desprecio…
Copia y pega esta URL en tu sitio WordPress para incrustarlo
Copia y pega este código en tu sitio para incrustarlo